«El éxito requiere motivación. Y enseñar a los niños a motivarse es más fácil de decirles lo que tienen que hacer». Así de clara y directa se muestra la doctora Tovah Klein a la hora de analizar uno de los errores más frecuentes que se comenten en la crianza: el elogio. Y es que alabar en exceso a los hijos no es la mejor manera de ayudarles a luchar a conseguir por lo que quieren.
«Cuando los padres intentan motivar a sus hijos animándoles con entusiasmo o elogiándoles, en realidad les hacen más mal que bien«, recuerda esta psicóloga infantil, directora del Centro para el Desarrollo de Niños pequeños del Colegio Barnard, un centro universitario femenino de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
Esta experta, y madre de tres hijos, explica en la cadena CNBC, cómo los adultos suele pensar que para que sus hijos estén motivados, ellos tienen que animarles. «Puede sonar contradictorio -apunta-, pero es posible que los padres tengan que dar marcha atrás y bajar el tono de sus animaciones para motivar de verdad a sus hijos».
Frases tan comunes cómo «¡Qué bien lo has hecho!» o «Eres el mejor» esconden cierto peligro. «Los estudios demuestran que el exceso de elogios puede afectar negativamente a los niños, convirtiéndolos a veces en ‘adictos’ que vinculan su autoestima a la aprobación externa«, recuerda Klein. De esta manera, cuando los menores van, por ejemplo, al colegio, esperan recibir los mismos comentarios. Al no recibirlos, se frustran. »Esto puede provocar ansiedad y miedo al fracaso, en lugar de que los niños desarrollen la capacidad de reponerse ante las adversidades«.
No hay que olvidar que los niños de por sí son curiosos. Por tanto, llevan intrínseca cierta motivación para descubrir nuevas cosas. «Si les estamos constantemente elogiándoles, aplaudiéndoles, etc. les quitamos esa curiosidad», recuerda la psicóloga.
Por eso es fundamental no aplaudir el resultado, sino «alabar el proceso», puntualiza. «Los niños que sólo quieren hacerlo bien para recibir elogios de sus padres, pueden convertirse en adultos cuya única motivación para rendir bien es un posible aumento de sueldo o un ascenso -explica Klein-. En cambio, los niños que reciben apoyo y estímulo para buscar por sí mismos retos divertidos y gratificantes, tienen más probabilidades de desarrollar la motivación intrínseca que necesitan para triunfar«.
Los estudios demuestran que la motivación intrínseca aumenta la curiosidad y la persistencia y mejora el rendimiento laboral y el bienestar psicológico.
«Puedes seguir elogiando a tus hijos», añade la experta. «Sólo tienes que dejarles que tomen la iniciativa a la hora de descubrir actividades y comportamientos que les motiven a triunfar«.
Y es que, a medida que crecen, los menores van desarrollando su propio sentido del «yo». «Eso significa explorar mucho y probar cosas nuevas. Cada vez que dominan una nueva habilidad o resuelven un problema difícil, se sienten bien y piensan ‘¡Puedo hacerlo!’, ‘Puedo resolver cosas’, ‘Quiero aceptar un nuevo reto’. Fomentar ese sentimiento ayuda a los hijo a desarrollar su propia motivación interna, que le impulsará a seguir fijándose nuevas metas y esforzándose por alcanzar el éxito a medida que crezca».
Por tanto, los padres deben centrar sus elogios «en los métodos o habilidades que los niños utilizan para resolver problemas«, puntualiza Klein. »A menudo -continúa-, eso significa simplemente estar presente y darles apoyo, animarles y ayudarles a manejar las frustraciones naturales de intentar algo nuevo y desafiante. Del mismo modo, no tengas miedo de dejar que tu hijo fracase«.
Los niños, por sí solos, necesitan probar diferentes estrategias para resolver por sí solos problemas, adversidades, etc. De esta manera, «aprenden más y son capaces de desarrollar una mayor determinación». Y cuando se caigan, subraya, es vital «ayudarles con las emociones negativas, servirles de apoyo porque algo no ha salido como ellos querían». Y, en estos casos, decirles también frases como «Puedes hacerlo» o «Eres la mejor».