Hasta un millón de reses ingresan ilegalmente a México desde Centroamérica cada año; alertan riesgos sanitarios

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CIUDAD DE MÉXICO, MX.- Por la frontera con Guatemala, cada año entran a México de forma ilegal entre 800 mil y 1 millón de reses, estiman autoridades, representantes del sector agropecuario y especialistas. El ingreso de esos animales, sin pasar por controles sanitarios, representa un riesgo tanto para la salud de las personas como para el ganado mexicano, publicó animalpolitico.com.

El propio secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, ha dado esta cifra en diversas entrevistas, como la que dio en octubre de 2019 tras su comparecencia en la Cámara de Diputados.

Especialistas como Manuel González Toimil, técnico académico en bovinos productores de carne de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la UNAM, advierten del riesgo que esto representa, dado que en esas condiciones no hay forma de certificar que los animales están libres de brucelosis o de tuberculosis bovina, infecciones comunes en el ganado de Centroamérica.

La brucelosis es una infección bacteriana que se transmite de los animales a las personas. Lo más común es que las personas se enfermen al comer productos lácteos crudos o sin pasteurizar. Algunas veces, las bacterias que causan la brucelosis también se propagan por el aire o por el contacto directo con animales infectados.

Los síntomas de la brucelosis pueden incluir fiebre, dolor en las articulaciones y fatiga. Por lo general, esta infección puede tratarse con antibióticos, pero el tratamiento dura desde varias semanas hasta meses y la infección puede reaparecer.

La tuberculosis bovina, en tanto, es una enfermedad infecto-contagiosa de curso crónico y progresivo que afecta al ganado bovino. Es provocada por una bacteria llamada Mycobacterium bovis (M. bovis) y guarda estrecha relación con las bacterias causantes de las tuberculosis humana y aviar. Puede afectar a prácticamente todos los mamíferos, incluidos los seres humanos, en los que provoca deterioro general de la salud, tos e incluso la muerte.

En México, señala González-Toimil, existen ambas enfermedades en el ganado, pero en algunos estados están en fase de erradicación, en otros están en fase de control y un par se consideran libres de brucelosis (Sonora y Baja California Sur).

Frontera porosa
De acuerdo con investigaciones desarrolladas por el centro InSight Crime, la mayoría de los animales que entran al país de contrabando ingresa por el municipio de Benemérito de las Américas, el punto más alejado de Chiapas, que limita con Guatemala al sur y al este. Esta última frontera está formada por el río Usumacinta.

Por ese río atraviesan lanchas con vacas, granos y con muchos tipos de mercancía ilegal, incluida droga.

“El ganado entra también por otros puntos como Marqués de Comillas, en Chiapas, o Tenosique, en Tabasco, pero la mayor parte entra por Benemérito de las Américas, porque como es el punto más remoto de la frontera no hay presencia de ninguna autoridad. Más adelante en la ruta sí está la Guardia Nacional, pero aquí no. Es una zona sin vigilancia y es sabido entre la comunidad ganadera que es un área de fácil entrada”, dice Victoria Dittmar, investigadora de InSight Crime.

González Toimil añade: “Se sabe que entran al país alrededor de 800 mil animales de forma irregular desde Centroamérica y solo 100 mil de forma regular, con todo el riesgo que esto implica para que diseminen enfermedades, al entrar sin controles sanitarios y atravesar por varios estados del país”.

Cuando anunció que, como parte de su plan antiinflacionario, se permitiría la entrada de productos alimenticios sin pasar por controles sanitarios, el presidente Andrés Manuel López Obrador justificó la medida señalando que hoy no se permite la entrada de carne de Argentina y el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), de la Secretaría de Agricultura, no hace lo debido para controlar el ingreso ilegal de ganado desde Centroamérica.

Acuerdo en papel
Guatemala ha sido históricamente un importante centro de acopio de ganado centroamericano, legal e ilegal, que se destina al mercado mexicano. En 2019, los gobiernos de México y Guatemala firmaron un memorándum de entendimiento para regular la entrada al país de ganado bovino de Centroamérica.

El acuerdo incluyó una serie de requisitos. Por ejemplo, el gabado debe venir de ranchos certificados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala. Este ganado debe traer un arete electrónico y tener todos los certificados sanitarios correspondientes.

Sin embargo, Dittmar señala que el ganado sigue entrando por Benemérito de las Américas sin arete de identificación. “Los que entran de manera lícita sí lo traen y luego le ponen también el de México, así que se quedan con los dos. Pero en el caso de los que entran de manera ilegal, solo le ponen después el de México, así se borra por completo cualquier evidencia de que llegó de los ranchos de Centroamérica”.

Mercado negro de aretes
El Sistema Nacional de Identificación Individual de Ganado (SINIIGA) se encarga de proporcionar estos aretes. Para ello, según la investigación de InSight Crime, trabaja de manera estrecha con las asociaciones ganaderas locales; vende aretes directamente a las Unidades de Producción Pecuaria (UPP).

Allí, solamente veterinarios certificados pueden poner los aretes a las reses antes de que sean llevadas a los puntos de acopio, donde son vendidas y preparadas para el sacrificio.

Los aretes llevan un código único con el que las reses son registradas en la base de datos del gobierno, conocida como el Padrón Ganadero Nacional. Este registro les debe permitir a las autoridades rastrear todos los lugares por los que el ganado transita desde el nacimiento hasta el sacrificio.

Sin embargo, en México hay un mercado negro de estos aretes y las asociaciones ganaderas locales están involucradas, asegura la investigación de InSight Crime. Las fuentes consultadas por este centro durante su investigación dijeron que existe corrupción al interior del SINIIGA y algunos funcionarios venden los aretes, ya sea directamente a los traficantes o a otras instancias involucradas en el comercio. Esto ocurre porque no hay personal suficiente que vaya a los ranchos a hacer revisiones constantes.

Tratando de poner orden
Por ahora, la provisión de los aretes y la operación y administración de la base de datos y el Sistema Operativo del SINIIGA están concesionadas a la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), algo que volvió a quedar oficializado en la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SAG/GAN-2015, para la identificación de bovinos y colmenas.

Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, señala que para el ganado que ingresa de manera informal a México hay también un mercado informal de aretes SINIIGA. “No se trata de aretes comercializados directamente por la CNOG, existen varias formas que la confederación ha identificado en el mercado informal, entre ellas, el uso de aretes de ganado sacrificado o el uso de aretes comprados en ventanilla pero no declarados en el sistema”.

Para tratar de mejorar la supervisión a nivel federal, la ley que regula la identificación del ganado fue modificada en julio de 2021, de modo que la distribución de los aretes será responsabilidad exclusiva del gobierno.

Animal Político solicitó una entrevista con la Secretaría de Agricultura para hablar de la entrada de ganado ilegal procedente de Centroamérica y el mercado negro de aretes, pero la dependencia declinó hablar del tema. Solo dijo que el proceso para que los aretes y el sistema de información vuelvan a manos de Senasica está en curso. Este portal también buscó a la CNOG, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Consumo nacional
as reses que vienen de Centroamérica se transportan en grandes camiones por la autopista 307. Las llevan a puntos de descanso y centro de acopio en la vía hacia Palenque, ahí les colocan los aretes de identificación de México y les proveen los certificados sanitarios necesarios.

No obstante, la documentación también se falsifica. Una práctica detectada es que los transportistas obtienen certificados veterinarios falsos —en complicidad con veterinarios y laboratorios— que acrediten que los animales están libres de enfermedades y tienen las vacunas necesarias para ser transportados dentro de México.

“Todas esas reses en su mayoría son para consumo local. Durante la investigación, un alcalde, que pidió, como todas las fuentes, omitir su nombre por cuestiones de seguridad, nos dijo que ese ganado se necesita para el mercado interno, porque si no, no se podría cumplir con las cuotas de producción”, dice Dittmar.

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