Una de las medidas de ayuda a Ucrania implementadas por el Gobierno alemán es la acogida y entrenamiento de soldados ucranianos, que en su territorio se capacitan para utilizar armamento más moderno y sofisticado que el soviético con el que venía contando su ejército. El servicio de contrainteligencia militar tiene pruebas de que Rusia ha estado espiando estos entrenamientos en bases alemanas, que comenzaron poco después de la invasión, sirviéndose de drones. Según un informe al que ha tenido acceso el semanario ‘Der Spiegel’, el Servicio de Protección Militar (MAD) detectó vehículos sospechosos poco después del inicio de los cursos para los soldados ucranianos en las inmediaciones de los emplazamientos militares Idar-Oberstein, en Renania-Palatinado, y Grafenwoehr, en Baviera, desde donde parten las vías de acceso.
En Idar-Oberstein, la Bundeswehr entrena a soldados ucranianos en el uso de los Panzerhaubitze 2000, mientras que en Grafenwoehr las fuerzas armadas estadounidenses entrenan a los ucranianos en los sistemas de artillería occidentales. Según el servicio de inteligencia militar, las áreas de entrenamiento fueron sobrevoladas varias veces con pequeños drones para observar la actividad y en los círculos de seguridad se sospecha que los servicios rusos también podrían haber intentado acceder los datos de los teléfonos móviles de los soldados ucranianos con escáneres de radio.
El mismo informe señala que los miembros de la oposición que huyeron de Rusia a Alemania corren un riesgo potencial y que podrían ser el objetivo de los servicios secretos rusos. Lo mismo se aplica a los soldados rusos desertores y agentes de seguridad que podrían huir a Alemania a medida que avanza la guerra.
Contraespionaje alemán
Las autoridades alemanas son conscientes de que el imperio de espionaje de Vladimir Putin libra una guerra en la sombra contra Occidente con decenas de miles de empleados. «Los espías influyen en partidos, manipulan elecciones, controlan canales de Telegram y fomentan protestas en Occidente con información falsa», explican fuentes del Ministerio de Exteriores, que añaden que hay constancia de que se infiltran en las redes informáticas de los gobiernos occidentales y piratean sistemas altamente sensibles. Un equipo de ‘Der Spiegel’, en cooperación con las plataformas de investigación Bellingcat y ‘The Insider’, ha destapado recientemente a la agente Adela K., que estuvo operando por última vez en Italia y posiblemente espió a los empleados de la OTAN y la Marina de los EE. UU. allí.
El contraespionaje alemán cuenta con una visión general de cómo operan los espías de Putin. El servicio de inteligencia exterior ruso SWR comanda alrededor de 3.000 agentes, y el servicio de inteligencia militar GRU otros 1.000, muchos de ellos disfrazados de diplomáticos. Además circulan hasta 70 «ilegales», es decir, espías que operan bajo elaboradas identidades de camuflaje y que se ocupan de misiones extremadamente complejas y ataques que son particularmente difíciles de detectar. Luego está la «Unidad 29 155», el equipo asesino de Putin, una unidad de élite ultrasecreta especializada en la comisión de asesinatos políticos.
Las autoridades alemanas son conscientes de que las infraestructuras públicas puede convertirse con relativa facilidad en un objetivo o daño colateral para estos atacantes. Por ejemplo, el 24 de febrero de este año, el inicio del ataque de Rusia contra Ucrania, los servicios rusos intentaron desconectar al ejército ucraniano y sus redes móviles, y como consecuencia la conexión entre 5.800 aerogeneradores alemanes y su sede fracasó debido a que las empresas operadoras eran clientes del mismo proveedor estadounidense.
Fuente: ABC
