¿Deberías confesar a tu pareja con cuántas personas te has acostado?

0
695

La primera cita recuerda a una entrevista de trabajo: queremos obtener toda la información posible de la persona que aspira a ocupar la vacante de nuestro corazón, o de nuestra cama. Tanto es así que, en vez de dejarnos llevar por la velada y disfrutar del momento, acabamos presentando una especie de cuestionario diseñado para detectar los puntos fuertes y las taras del candidato. No faltan preguntas sobre el pasado sexual, como ¿has tenido alguna pareja estable? ¿por qué fallaron tus últimas relaciones? Y el punto culminante de la vergüenza: ¿con cuántas personas te has acostado?

Hay que ser una persona muy directa para atormentar al pobre aspirante con la última cuestión. Pero, admitámoslo, es una pregunta que hay que encajar tarde o temprano si la relación avanza. Para alguno es un momento delicado, otros lo ven como un mero trámite, o todo un examen a la autoestima, o un ejercicio de matemáticas especulativas, para las personas más «creativas»… Pero todos piensan lo mismo, ¿a qué viene hacer siempre la misma pregunta?

¿Cuál es tu número?

Para la sexóloga Silvia Pérez, esta consulta no recuerda tanto a una entrevista de trabajo como a la valoración del fichaje de un deportista. «Es como una especie de ‘check’ que se hace para ver si estamos jugando en la misma liga o es hora de emprender un juicio de valor». Eso explica que, al sentirnos bajo esa lupa, «solemos inflar o desinflar la cifra según la persona que pregunta». Lo hacemos incluso inconscientemente, lo cual es curioso porque, ¿cómo sabemos cuál es la respuesta adecuada?

Según una investigación de la Universidad de Nottingham en Malasia, publicado en la revista The Journal of Sex Research, si bien se percibe como positivo que la futura pareja tenga un buen bagaje amatorio, tanto los hombres como las mujeres prefieren que el número de exparejas sexuales tampoco sea demasiado amplio. Una pauta muy clara… para confundir las cosas todavía más.

Así las cosas, no sorprende en absoluto que tanta disquisición sobre cuestiones numéricas haya dado hasta para hacer una película, titulada What’s your number? («Cuál es tu número», en inglés). El guion parte de la premisa de que el número 20 es el tope de parejas sexuales. A partir de esa frontera, uno debería prepararse para las dificultades a la hora encontrar una pareja estable. Es obvio que la cifra es relativa, y que depende de la vida y de las circunstancias de cada persona, pero sería cruel no tener una guía para orientar las respuestas en tan procelosos interrogatorios. Según datos de Statista de 2018, el 34% de los españoles encuestados decía haber tenido de 1 a 3 parejas sexuales, un 28% de 4 a 8, un 15% de 9 a 13, un 9% de 14 a 19 y un 12% rebasaría el número mágico de las 20.

Aparte de la obvia desconfianza por la capacidad de compromiso, una de las explicaciones para poner este límite es que hay consenso en que un mayor número de parejas se asocia a un mayor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.

Por todos esos motivos, apunta Silvia Pérez, una cosa es el número real y otra el número que desvelamos. «Si pienso que voy a quedar como alguien que no es capaz de comprometerse tenderé a maquillar la cifra reduciéndola; si, por el contrario, considero que voy a quedar como alguien con poca experiencia en relaciones contaré las batallas más épicamente». Para eso, ¿mejor no preguntar?

¿Espero a la segunda cita, a la tercera, a perder la cuenta?

Sí, llega un punto en el que el juicio es inevitable y hay que ponerse la toga de abogado defensor. Qué mejor momento para dar rienda suelta al filibustero que todos llevamos dentro para evitar proporcionar información (Filibusterismo: Obstruccionismo parlamentario, según el DRAE). Pues será una buena excusa para buscar excepciones a la norma en los entresijos del reglamento, pero el consejo experto recomienda dejar el bloqueo para otra ocasión.

La psicóloga Inma Ríos reconoce que parece arriesgado, pero aboga por no ser cicateros en los detalles. «Dar a conocer a la actual pareja experiencias sexuales anteriores puede facilitar la comunicación en la cama», asegura. No es una razón ligera, hay mucha satisfacción en juego. Con todo, la experta aconseja cambiar la estrategia de la defensa y derivar la conversación más hacia el «cómo» que al «cuánto». Es decir, referir experiencias pasadas más que estadísticas de juego, «hablando de lo que nos gusta sin necesidad de decir con quién y cuántas veces se ha practicado antes».

Otra cosa es distinguir cuándo es oportuno abordar el asunto. «Las primeras citas no son las más adecuadas para hablar de otras relaciones sexuales, pero es cierto que este tema es menos doloroso al principio de la relación, cuando el grado de compromiso no es muy elevado», según Ríos. Pero Pérez opina que esta pregunta surge de forma temprana «no tanto porque nos interese el dato, sino porque hay falta de habilidades comunicativas en las primeras citas», por eso hacemos indagaciones preconcebidas, sin pensar en si es la mejor de las ideas. «Si todo fluye, irá surgiendo de manera natural, de la misma manera que nos contamos cosas de nuestra familia u otros aspectos de nuestro pasado», asegura.

Cuando el rodeo es el camino más directo

Hay dos tipos de persona, la que saca este tema y a la que se lo sacan. Si eres de las primeras, «un factor a tener en cuenta es la seguridad que muestre nuestra pareja en sí misma y en la relación. Muchas veces nos vemos superados por la curiosidad», reflexiona Ríos. También puede pasar que lancemos la pregunta y notemos que la otra persona se siente incómoda y prefiere no contestar. «Hay que respetar si no quiere saber o hablar del tema, del mismo modo que también deben respetarnos a nosotros», afirma tajante Ríos.

Quien pertenece al segundo tipo de persona, que no saca este tema pero se lo ponen encima de la mesa inevitablemente, Pérez aconseja tener en cuenta que «compartir honestamente no significa ser imprudente. En una comunicación de calidad analizaremos qué contar y qué reservarnos». Y si eres de la excepción que confirma la regla, de los que preguntan y responden según les viene en gana, quizá deberías tener en cuenta que no todas las personas son así: las hay muy inseguras, otras tienen tendencia a dar demasiadas vueltas a las cosas, para algunas la sexualidad es un tema incómodo…

Para no meter la pata, la psicóloga propone no quedarnos solo en un número o en una anécdota concreta, sino proponer la conversación como un juego para conocernos mejor y ser mejores compañeros de cama. «El tema debe abordarse desde la intención de ganar conocimiento, comunicación y crecimiento». Así, aconseja poner «un punto de juego haciéndonos preguntas del tipo ‘¿dónde es el lugar más raro en el que lo has hecho?’ o ‘cuéntame tu experiencia sexual más divertida». Todo ello sin perder de vista que «a un nivel más emocional también enriquece compartir los aprendizajes de relaciones pasadas», concluye la experta. Lo importante es participar pero, con este juego, es que además todos ganan.

Fuente: elpaís

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here