¿Cuál es el lugar de nuestra casa con más bacterias?

Como un ejército silencioso e implacable las bacterias se infiltran en nuestras vidas, su presencia es ubicua, desde la cocina hasta el baño, pasando por las habitaciones

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Amantes de lo diminuto, fanáticos de la limpieza extrema, acomódense que vamos a conocer a los invisibles inquilinos que comparten nuestro hogar: las bacterias, los hongos y las levaduras.

En contra de lo que pudiéramos pensar a priori, el baño no es el lugar más sucio de nuestra casa, la cocina le gana por goleada. Se estima que alberga hasta 100.000 veces más microorganismos que el inodoro del baño.

Y es que, en la cocina, allí donde los aromas se mezclan y la magia se sucede, yace una sinfonía amenazadora, la suciedad. Las migas, como traviesos percusionistas, saltan por las encimeras, los restos de comida, que hacen las veces de un coro desafinado, se acumulan en los fregaderos, y la grasa, la tenaz soprano, se aferra a las bayetas. Los microorganismos, los sigilosos violinistas de nuestra ominosa orquesta, acechan en cada rincón esperando el momento oportuno a que la humedad –el improvisado director- les dé la señala para atacar.

Un zoológico invisible a nuestra vista

La esponja de los platos, la heroína de la limpieza diaria, se convierte en el enemigo público número uno de nuestras cocinas al acumular bacterias, moho y restos de comida. Un estudio reveló que un centímetro cúbico de una esponja de cocina puede contener hasta 350 millones de bacterias.

Otros investigadores han demostrado que las bacterias coliformes, entre las que se encuentran la Salmonella y la E coli, se encuentran en más del 75% de los trapos y esponjas para platos, en el 45% de los fregaderos, en el 32% de las encimeras y en el 18% de las tablas de cortar.

En esta nómina tampoco se salvan ni las cafeteras ni los botes de especias. Y es que los depósitos del café son un caldo de cultivo ideal para los microorganismos: el 50% de los reservorios examinados tenían moho y levaduras, y el 9% bacterias coliformes.

Los botes de las especias pueden también albergar bacterias si no se manipulan adecuadamente, puesto que cerrarlos de forma incorrecta o manosearlos con las manos sucias puede contaminar su contenido.

Las tablas de cortar la carne cruda, el pollo o las verduras son el escenario de batallas épicas entre alimentos y bacterias; pudiendo ser una fuente de enfermedades. Otro de los lugares que tampoco podemos relegar al rincón del olvido es el cubo de basura, el epicentro de la descomposición en la cocina, y que atrae, como un fuerte imán, a una gran variedad de bacterias.

Un ecosistema en miniatura

Si buscamos un factor denominador común a estas superficies descubrimos que todas ellas son cálidas y húmedas, y que, en contraposición, las superficies más lisas y frías –como el pomo de una puerta- tienden a concentrar una menor cantidad de gérmenes.

Por ese motivo es importante que nos esmeremos en limpiar a conciencia la pila de la cocina, desatascar el fregadero y prestar atención a los accesorios que habitan en nuestras encimeras (tablas, bayetas, cepillos, estropajos…).

Fuente: ABC

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