Diez años de México Posibles

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A las y los lectores de esta columna los invito a visitar el sitio de Méxicos Posibles (www.mexicosposibles.mx) para leer más sobre lo que hemos realizado en este grupo de trabajo, ciudadano, plural e incluyente. México Posibles nació en 2015 con el único propósito de construir una red de personas que fuesen capaces de trabajar juntas, poniendo el interés de México antes de sus intereses personales y gremiales. Para ello ha sido indispensable superar la desconfianza entre sectores, y los prejuicios que tanto daño nos hacen.

En esta iniciativa participan políticos de todos los partidos, empresarios grandes y medianos, obispos, generales, almirantes, académicos, periodistas, líderes indígenas, líderes sindicales, activistas de la sociedad civil, funcionarios públicos y legisladores, entre otros.

La primer tarea que se realizó fue definir, para tres temas principales (ilegalidad, inequidad e inseguridad), cuatro escenarios de cara al 2030. En estas tres i’s se encuentran los graves problemas que hacen de nuestro país una Nación con tantos rezagos; en estas tres i’s están los obstáculos para que seamos una sociedad donde la mayoría viva con mayores niveles de bienestar.

El escenario ideal para el país, al que aspiramos todas y todos los participantes, a pesar de nuestras diferencias, se llama México Corresponsable. En este escenario cada actor de la clase dirigente del país, económica, política o social, pone de su parte para contribuir y construir un país de justicia, equidad y paz. Para que esto suceda, se requiere de dos factores indispensables: terminar con los pactos de impunidad del sistema político mexicano, y que superemos la polarización que nos divide, a partir del diálogo respetuoso, maduro y constructivo.

Los casi 200 integrantes de Méxicos Posibles llegamos a la conclusión de que esos dos catalizadores de cambio (legalidad y diálogo) son una condición sine qua non para que el país tome una ruta virtuosa que nos posibilite ir erradicando las tres i’s.

Los otros tres escenarios, de mayor (México Fallido) a menor descomposición (México Agandallado y México Pasmado), pintan un futuro poco alentador para el país: más violencia, más impunidad, mayor poder de unos cuantos, más privilegios, todo a costa del bienestar de la gran mayoría de la ciudadanía.

Estoy convencido de que en el contexto mundial en que vivimos, con las dinámicas económicas, políticas y comerciales que se han acentuado en los últimos cinco años, el sexenio 2024-2030 puede ser el mejor para el país en décadas; tal vez el mejor desde finales de los sesentas del siglo XX cuando se derrumbó el “Milagro Mexicano”.

Gane quien gane la presidencia de México el domingo 2 de junio, tiene el deber de que su gobierno sea un catalizador de desarrollo con equidad, de una revolución de energía renovable y sustentabilidad, de atracción de inversiones y buenos empleos formales, entre otras cosas. Necesitará cinco pilares: finanzas públicas sanas, fortalecimiento de los acuerdos comerciales (T-MEC y Europa, fundamentalmente), Estado de Derecho (justicia y seguridad), servicios públicos de calidad (salud y educación), y destapar los cuellos de botella en infraestructura (electricidad, agua, cruces fronterizos, puertos, trenes, entre otras).

Avanzar en estos cinco pilares exige —como señala Méxicos Posibles— el absoluto rechazo y erradicación de los graves pactos de impunidad y de un diálogo permanente y responsable con todos los sectores de la sociedad mexicana. Una democracia adicta a tapar los excesos y las corruptelas del pasado, y en la que sólo cabe una manera de pensar y ver el mundo, sería condenar el futuro del país y dejar pasar la oportunidad de que México en el 2030 efectivamente sea un país muy distinto al que tenemos actualmente.

Fuente: eleconomista

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