Disfunción eréctil y anorgasmia: qué hay detrás de estos trastornos y cómo se tratan

El consumo de algunos fármacos, el estrés, factores psicológicos e incluso hábitos poco saludables influyen en el comportamiento sexual tanto de hombres como de mujeres

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Una vida sexual plena, satisfactoria y placentera constituye una parte importante del bienestar emocional y el desarrollo social de una persona. Por eso trastornos como la disfunción eréctil, en el caso del hombre y la anorgasmia, en la mujer, requieren un diagnóstico.

En ocasiones, las malas experiencias sexuales dentro de la pareja se viven por falta de comunicación o por el poco conocimiento que tenemos acerca de los gustos de la otra persona. Por ello, hay que aprender a hablar de aquello que nos incomoda, pero sin causar daño a la hora de exponerlo.

En el caso de los hombres, la disfunción eréctil o la eyaculación precoz son problemas que pueden experimentar muchos de ellos a lo largo de su vida, pero que siguen siendo tabú. «Es increíblemente común y se ha descubierto que afecta hasta al 50% de los varones en algún momento de su vida», indica Megwyn White, educadora sexual de Satisfyer.

Los hombres sufren una enorme presión entorno a su pene. Por ejemplo, el tamaño medio de este miembro es de 12,7 centímetros, mientras que en el porno es de unos 20. Asimismo, ahí nunca se ve un pene flácido. En este sentido, el mensaje para los hombres es que deben estar bien dotados y estar siempre erectos cuando se trata de sexo. Una de las mejores maneras de superar esto, según la experta, es «amándolo en su estado flácido». «Recógelo con las manos, juega con él en la bañera o en la ducha, sin la presión de excitarlo», recomienda.

Por otra parte, «es importante no avergonzarse ni avergonzar a tu pareja por experimentar disfunción eréctil. Si el problema es psicológico, a veces, puede ser útil trabajar las causas subyacentes con un terapeuta o entrenador sexual y, si el problema es físico, es importante consultar con un médico que pueda ayudar», expone la experta.

También es útil minimizar el estrés y dedicar tiempo al bienestar personal y de pareja, pues a menudo tenemos un ritmo de vida tan acelerado que se traslada al dormitorio. «Emplear un tiempo a la intimidad en el que podáis descansar de verdad y disfrutar el uno del otro puede ser una forma estupenda de relajarse. Eliminar parte de esta presión de la experiencia puede ayudarte a aceptar mejor cualquier cosa que pueda ocurrir», indica White.

Anorgasmia

La anorgasmia se define como la incapacidad de experimentar un orgasmo, unida a la angustia persistente por la situación. «Las causas fundamentales suelen estar relacionadas con el estrés psicológico, los traumas del pasado, la mala percepción de la imagen corporal, la culpa o la vergüenza por el sexo, los traumas sexuales del pasado o el abuso emocional, así como por otros factores de estrés como la pérdida de un ser querido», manifiesta la experta.

El apoyo a la salud mental, ya sea a través de la meditación o el trabajo con un terapeuta, puede ser útil para desenredar la inhibición de recibir placer que podría estar acechando en el subconsciente. Por otra parte, White recuerda que aprender a autoestimularse y conocer tu propia anatomía, así como estar abierto a herramientas auxiliares como un juguete sexual, puede mejorar en gran medida la capacidad de experimentar un orgasmo y darte más confianza a la hora de pedir lo que quieres en el dormitorio.

El mindfulness sexual también puede ayudar mucho a las personas con anorgasmia, ya que les ayuda a dejar de lado cualquier expectativa específica de alcanzar el clímax. «Quitarlo de la mesa crea un espacio para que tu mente esté más atenta a lo que está sucediendo en el momento. Irónicamente, esto ayuda a establecer más fácilmente las condiciones previas para el orgasmo y el placer, que se basan tanto en sentir como en dejar de lado cualquier necesidad de control», explica.

En esta línea, conectar con la respiración, vocalización y el movimiento durante el juego sexual pueden fomentar la conectividad y ayudar a suavizar la rigidez que puede inhibir el placer sexual.

Fuente: ABC

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