No renuncies al amor por una mala experiencia ni tampoco por varias malas experiencias

El psicólogo Tomás Navarro revela que muchas de las consultas que le han hecho a lo largo de su carrera profesional tienen que ver con las relaciones amorosas y cuenta algunos de los aprendizajes que se ha llevado de ellas

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Si hiciera un ranking con la temática de las consultas que recibo en primer lugar estaría, sin duda, todas aquellas relacionadas con el amor. Y es que eso de amar y ser amado es demasiado bonito como para no ser disfrutado.

Pero esto de amar y ser amado tiene dos caras. El desamor duele en la misma proporción que se disfruta del amor. Grandes amores suponen grandes dolores cuando terminan. Y es que, cuando hablamos de amor, tenemos que ajustar nuestras expectativas ya que lo normal, lo más habitual, es que el amor sucumba a los embates y cambios de escenario que nos plantea la vida.

El amor nos brinda los mayores placeres y los peores sufrimientos, bonitas ilusiones y amargas decepciones, momentos inolvidables y experiencias que quisiéramos descartar de nuestra memoria.

No pasa nada, así es el amor. Bonito mientras dura y cruel cuando termina. Asumamos que esto de amar no deja de ser algo de lo que tenemos que disfrutar cuando va bien y algo que debemos gestionar cuando va mal. En esta vida todo son ciclos y el amor no va a ser menos.

Después del verano viene el duro invierno, después de un día radiante llega la oscura noche, después de una agradable charla llega la fría ausencia y después del amor llega el desamor.

Pero de la misma manera que el sol vuelve a salir cada mañana el amor puede volver a florecer. Es más, debe volver a florecer.

Volver a amar locamente no es una opción, es una obligación. La salsa de la vida reside en el amor, todo es más bonito con amor, los días son más cortos, las noches son más largas, la sonrisa perenne en tu cara lo dulcifica todo y tu cuerpo entero vibra en otra dimensión.

He observado en mis pacientes que suelen llegar a nueva relación acompañados. Sí, acompañados por sus fantasmas, sus miedos, sus hábitos y rutinas, sus expectativas y por la interpretación que han realizado de lo que han vivido.

Una crisis de desamor no es el mejor momento para analizar lo que ha pasado ni para tomar decisiones. Cuando estamos dominados por el dolor, el despecho o la frustración no pensamos igual de bien y no podemos confiar en nuestras conclusiones.

Pero la vida es como es, no como nos gustaría que fuera y cuando llegamos a una relación nueva solemos boicotearnos nosotros mismos sin darnos cuenta.

Si me aceptas un consejo te animo a que cierres el pasado, haz algo simbólico si lo necesitas, pero entierra a la relación que ya murió. No hagas de ella un zombi omnipresente. Murió, terminó, te gustara o no, fuera elegante o no, no sigas trayéndola a tu día a día. Las relaciones terminan, no pasa nada, así es la vida. No tenemos que ponernos dramáticos con el tema ni presentarnos a una cita acompañados por un zombi.

No renuncies al amor por una mala experiencia, incluso por varias malas experiencias. Disponte a disfrutar una vez más del amor, tantas veces como sea necesario, volver a amar no es una opción, es una obligación. Ama y déjate amar.

Fuente: ABC

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