¡Qué miedo!

Evitar que el inicio de noticieros y las primeras planas de los periódicos se dediquen a la información sobre la violencia delincuencial tendría beneficios.

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Hay miedos colectivos que son desproporcionados o infundados; en México, decíamos la semana pasada en este espacio, “no hay noticiero de televisión que no se centre en la violencia y la inseguridad, difundiendo noticias sensacionalistas y dramáticas en repetición constante, lo que sin duda amplifica las inseguridades y los miedos existentes en la sociedad”.

En 2011, en plena guerra del gobierno de Felipe Calderón al narcotráfico, se intentó corregir ese efecto de amplificación de los miedos sociales por el manejo de la información sobre la violencia que hacen los medios de comunicación.

Liderados por Televisa, 715 medios de comunicación -periódicos diarios, revistas, cadenas televisivas y radiofónicas-, firmaron el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia. Un artículo de José Carlos Lozano Rendón publicado en la revista Nueva época, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en mayo de 2016, analiza el contenido y los propósitos del acuerdo.

Lo suscribieron TV Azteca, Radio Fórmula, Grupo ACIR, Grupo Imagen y periódicos como el de esta casa, El FinancieroExcélsior, El Universal, Grupo Milenio y muchos más en el interior de la República. Algunos, como ReformaLa Jornada, el Diario de Yucatán y otros, se rehusaron a firmar el acuerdo.

Motivaron la firma del acuerdo entre particulares, las críticas ciudadanas y de organismos sociales, tanto a la cobertura sensacionalista de los hechos violentos como a su falta de respeto a las víctimas.

Los criterios editoriales que seguirían los firmantes del acuerdo se concibieron como un decálogo; en primer lugar, se trataba de condenar y rechazar la violencia motivada por la delincuencia organizada, enfatizar en el impacto negativo que tiene en la población y fomentar la conciencia social en contra de la violencia.

El segundo lineamiento consistía en evitar convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada, e impedir que los delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos; desde los considerandos del acuerdo se destaca que las “casas editoriales debemos estar conscientes de que los hechos pueden tener como fin primordial convertirnos en instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado”.

Esa misma consideración se hicieron diarios como el Chicago Tribune y el Chicago Sun Times, y las estaciones locales de las cadenas ABC, CBS y NBS de TV cuando se propusieron -en la década de 1960- dejar de destacar la nota roja en su primera plana, para mandarla a interiores.

Esa decisión contribuyó a bajar la temperatura de la violencia que vivía Chicago desde la época de la prohibición (1920-1933), por la razón de que los delincuentes que se atreven a imponerse violentamente a otras personas, en su mayoría lo hacen movidos por un gran narcisismo, entre otras motivaciones; muchos delincuentes buscan la atención y admiración a través de sus actividades, que consiguen al ver destacadas sus fechorías en primeras planas.

Evitar que el inicio de noticieros y las primeras planas de los periódicos se dediquen a la información sobre la violencia delincuencial, tendría el doble beneficio de restar motivaciones a los criminales y reducir la sensación de inseguridad y miedo en la sociedad.

Los otros ocho criterios del acuerdo sobre cobertura informativa de la violencia en el México de 2011, reforzaban los dos primeros: 3) dimensionar adecuadamente la información, 4) atribuir responsabilidades explícitamente, 5) no prejuzgar culpables, 6) cuidar a las víctimas y a los menores de edad, 7) alentar la participación y la denuncia ciudadana, 8) proteger a los periodistas, 9) solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios, 10) no interferir en el combate a la delincuencia.

Aquel loable intento de autorregulación de los periódicos, radio y TV quedó en la buena voluntad de cada uno para cumplir con el acuerdo, y a pesar de que incluyó la creación del Observatorio de los Procesos de Comunicación Pública de la Violencia como instrumento de monitoreo, huelga decir que no tuvo efectividad y que hoy por hoy sigue siendo necesario.

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