Acapulco después de “Otis”: lecciones de resiliencia ante los desastres naturales

El huracán categoría 5 causó daños generalizados a edificios e infraestructuras que, según la industria aseguradora, costarán 35,468 millones de pesos

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En octubre del 2023, Acapulco, Guerrero, enfrentó uno de los fenómenos naturales más devastadores en México: el huracán Otis, cuyo daño causó pérdidas humanas y materiales que revelaron la vulnerabilidad de la infraestructura y de los pilares económicos de la ciudad costera.

Para Jack Campbell, especialista senior en gestión del riesgo de desastres en América Latina y el Caribe, mientras la comunidad guerrerense se embarca en el proceso de reconstrucción, emergen lecciones valiosas que podrían dar forma a una recuperación resiliente e inclusiva para la ciudad.

“La reconstrucción de Acapulco después del huracán Otis es una tarea monumental, pero las lecciones aprendidas de la recuperación de desastres y los desafíos únicos del sector turístico proporcionan un plan», afirmó el experto en un post del blog del Banco Mundial.

«Al incorporar estas lecciones—añadió—, Acapulco puede surgir más fuerte, más inclusivo y mejor preparado para las incertidumbres del futuro, y convertirse en un faro de esperanza para regiones propensas a desastres en todo el mundo”.

La tormenta de categoría 5 causó daños generalizados a edificios e infraestructuras que, según la industria aseguradora, costarán 35,468 millones de pesos, uno de los desastres más costosos en la historia de México.

A menos de medio año del siniestro, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), informó que las aseguradoras han pagado más de 9,000 millones de pesos por este evento.

En este sentido, la recuperación de Acapulco depende de reconstruir, pero también implica la restauración de medios de vida y comunidades, especialmente al tomar en cuenta que más de 100,000 personas viven en extrema pobreza en la ciudad, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Además, en Guerrero, la tasa de pobreza supera el 60% (una de las más altas del país), y más de una cuarta parte de las personas viven en viviendas inadecuadas. Alrededor de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) del estado depende de Acapulco, lo que lo hace vulnerable a los impactos climáticos, exacerbados por la baja capacidad de adaptación de sus habitantes más pobres.

Resiliencia, eficiencia e inclusión  

En este contexto, Campbell apuntó que la reconstrucción de la ciudad debería estar diseñada para resistir futuros desastres, por lo que tendría que tomar en cuenta las lecciones aprendidas de eventos pasados y tendencias futuras.

  • Como primer punto, el experto mencionó que la resiliencia es la clave para la prueba del futuro de las comunidades. Involucrar un diseño óptimo, selección estratégica de sitios y una alta calidad de construcción es imprescindible.   
  • Por otro lado, la eficiencia en la recuperación es crucial. Establecer mecanismos de financiamiento preestablecidos y contratos simplificados con proveedores de reconstrucción puede acelerar la evaluación y la distribución de fondos, además de minimizar impactos a largo plazo.  
  • Como tercer punto, el especialista en desastres naturales mencionó la inclusividad, ya que, en sus palabras, “una recuperación resiliente garantiza que nadie quede atrás. Aprovechar las redes de seguridad social existentes e implementar medidas de preparación financiera puede reducir los impactos en un tercio”.  

Acapulco puede reconstruirse con una ventaja competitiva al gestionar inteligentemente los riesgos, apoyando las economías locales sostenibles y promoviendo el turismo responsable. De esta manera, un ambicioso plan de recuperación puede aprovechar la oportunidad de convertir a la ciudad en un centro de turismo sostenible”, agregó Campbell.

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