Profesionales alarmados por las agresiones sexuales: «Estamos viéndolas en Primaria, con niños de 7 y 8 años a niñas de 4 y 5»

La Fundación ANAR recoge en un exhaustivo informe el incremento de un 55% de estos delitos en cinco años, un 353% en los últimos quince

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Tan «perdidas» como los adolescentes o niños que telefonean a los psicólogos de la Fundación ANAR (de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) se encuentran sus madres, porque son ellas las que cursan seis de cada diez consultas que tienen por motivo un acto de violencia sexual. La madre es la que más notifica los casos y cuando las víctimas son menores de 0 a 9 años, el segundo que más lo hace curiosamente es el abuelo, aunque a gran distancia (un 5,9%). «Mi vecino ha intentado coger de la camiseta a mi hija y le ha dicho que ‘está demasiado sexy, que es peligrosa para los hombres y que no debería ir así». En casos como éste las progenitoras preguntan porque no saben bien cómo obrar, si deben denunciar, callar o qué hacer.

Cuando el abuso sexual se consuma, muchas madres se culpabilizan a sí mismas: «Al principio no la creí porque pensé que tenía celos de la pareja de su padre», o «me quedé bloqueada porque hacía un tiempo que notaba a mi hija más enfadada de lo normal, pero lo achacaba al hecho de ser adolescente», e incluso una madre confiesa que su hija no le permitía estar con ella para lavarse tras un presunto abuso. «Al hablar con el supuesto agresor le vi inmaduro, tímido, me dio la sensación de que no lo había hecho y como mi hija se encuentra bien he decidido no denunciar», agrega. Tres de cada diez víctimas de agresiones sexuales no denuncian ni se plantean en hacerlo, dice el Centro de Estudios e Investigación ANAR en su informe ‘Agresión Sexual en Niñas y Adolescentes según su testimonio. Evolución en España (2019-2023)’, que se ha presentado hoy en Madrid.

Las cifras deslavazadas por el director técnico de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, y Diana Díaz, directora de las Líneas de ANAR, son alarmantes: las agresiones detectadas por el teléfono han aumentado un 55,1% en cinco años y un 353% en quince. Por cada caso que había en 2008 se registraron 4,5 el año pasado. Se han atendido 81.252 consultas entre 2019 y junio de 2023 y se han documentado para este informe 4.522 casos de agresión (3.560 niñas y adolescentes; 959 varones y 3 menores que se identificaron como no binarios). En el caso de las mujeres víctimas, en una década se han incrementado un 316% los casos, ha destacado este martes 9 de abril Díaz. Y el 2,5% de las víctimas atendidas tienen algún tipo de discapacidad.

Las víctimas no son exclusivamente mujeres, ellas suponen el 78,7% de los casos. Y los menores varones son especialmente vulnerables entre los 0 y los 9 años, así como representan una mayor proporción en casos de utilización pornográfica. Y es que en su estudio ANAR diferencia entre cinco tipologías de agresión sexual que han atendido: la agresión sexual presencial, es el 91,5% de los casos, en tentativa o directamente; el ‘grooming’ o extorsión a la víctima que acaba consiguiendo el abuso sexual o la difusión de material íntimo o pornográfico incluso para comercializarla luego; el ‘sexting’ o difusión de material íntimo no consentido. También en el 1,3% de los casos se obliga a la víctima a participar en contenido pornográfico y se divulga ese material; y en la quinta categoría, la de prostitución, el 1,9% de los casos, se suele dar de forma presencial pero también en el ámbito tecnológico.

«Es un acosador de libro. ¿Qué hago?»

Siguiendo con los testimonios recabados de los padres que consultan a ANAR se infiere que muy pocos se sienten preparados para asumir un caso de agresión sexual, y mucho menos si es intrafamiliar. También chocan con una nueva realidad y es que sus vástagos hacen cualquier uso del móvil que no controlan. Muchos se crean perfiles falsos para indagar en los comportamientos juveniles: «Estos días nos hemos enterado de que nuestra hija estaba manteniendo una relación con un hombre adulto por las redes sociales». Otra relata: «He descubierto una conversación vía Instagram con un chico mayor de edad que es un acosador de libro. Los comentarios iban dirigidos a las partes íntimas de mi hija». La pregunta ‘¿qué hago?’ es trending topic en las llamadas.

Un padre a su hija de 6 años: «No muevas así el culo en TikTok. Dejas en mal lugar a las mujeres. Estás diciendo que tú solo vales para mover el culo»

No soportan la ‘hipersexualización’ de sus hijos en aplicaciones como TikTok: «Yo no recuerdo a las niñas bailando con posturas sexuales en otras generaciones y ellas lo ven de una forma muy natural, bailar moviendo el culo de una forma muy explícita». Lorenzo (todos los nombres son ficticios), un padre, se esfuerza en explicar a su hija de 6 años por qué «no está bien bailar así: tú lo estás imitando, pero de alguna manera dejas a las mujeres en mal lugar. Estás diciendo que tú solo vales para mover el culo». Y asume sin empacho que «no llega a entenderlo». Padres y niños desorientados asumen que existe mucha presión social en torno a esta temática.

El informe no es cosa de chanza. Díaz ha subrayado en la presentación que todos los parámetros estudiados se han recrudecido desde 2008. Se escandaliza un profesional (se ha recabado en el informe para hacerlo de policías, trabajadores y educadores sociales, docentes y psicólogos) de que a veces están viendo «conductas de agresiones sexuales ya en niños de Primaria, y que han tenido casuísticas en el último año con niños de 7 y 8 años que agredían sexualmente a niñas de 4 y 5 años». La edad media de las víctimas analizadas en este trabajo es de 12,5 años y su rendimiento o satisfacción escolar entre medio y bajo (siete de cada diez casos). Como citábamos, los varones son más agredidos entre los 0 y los 9 años, a medida que aumenta la edad lo son más las jóvenes.

«No sé si es violación porque era mi pareja»

Dolores

Víctima de agresiones sexuales continuadas

Tan interesante o más que leer a los adultos resulta escrutar las 495 conversaciones que ANAR se ha esforzado en plasmar en 331 páginas que se desarrollan entre adolescentes y los interlocutores profesionales del teléfono de ayuda. Así, en el repaso que hace en este completo estudio recoge eso justamente, sus testimonios. Y estos acreditan que uno de cada diez jóvenes abusados sexualmente tiene pensamientos o tentativas suicidas. Así lo explica Mara que lleva meses amenazada y chantajeada por unas fotos suyas que pasó por internet y ahora solo quiere «autolesionarse» por los mensajes que la martillean constantemente, confiesa. «Todo esto me da mucha ansiedad», dice. Una consecuencia psicológica que en el informe se describe como la más habitual. En palabras de Diana Díaz, «son muy graves, destacando el cambio brusco del comportamiento y estado anímico (23,5%), y problemas psicológicos de gran calado (20,8), resaltando la conducta o ideación autolítica. Nos preocupa que seis de cada diez progenitores no sepan actuar correctamente por negligencia o falta de reacción (un 41,5% de los casos)», asevera. Se refiere a que siete de cada diez víctimas, por ejemplo, no reciben tratamiento psicológico tras una agresión sexual.

No es de extrañar el plus de estrés que genera entre las víctimas por la cercanía de los agresores, como arquetipo, varones mayores de edad y del entorno de la víctima en un 50,3% de las ocasiones, empezando por el padre y el novio de la madre (entre ambos, responsables de tres de cada diez delitos). En cuanto al perfil de los agresores Diana Díaz ha enmarcado que hay un 5% de agresoras mujeres, un dato que no hay que olvidar, como también ha alarmado por una situación que se viene observando. Y es que a pesar de que la mayoría de los agresores son mayores de edad «hay un dato en claro ascenso y es que el 21,4% son menores. La agresión es entre iguales, sobre todo en la etapa de 13 a 16 años», especialmente en las tipologías de pornografía y ‘sexting’ no consentido.

Algunas jóvenes agredidas chocan con un muro: «Hace años le conté a una profesora que tanto mi padre como mi hermano estaban abusando sexualmente de mí. Esta situación se estaba manteniendo en el tiempo», pero a su madre le preocupaba que algo tan «delicado y del ámbito de la privacidad» trascendiese en el instituto. En el 44% de las situaciones la violencia sexual se desarrolla en la casa de la propia víctima y en un 9,2% de los casos en el entorno escolar.

No son personas extrañas

Cuando se denuncia un caso en ANAR de inmediato se investiga qué ocurre con el resto de jóvenes que hay en casa, ha indicado la directora de las Líneas de ANAR, puesto que más de la mitad de las víctimas tienen, al menos, un hermano. Y es que el modelo familiar que más se repite (por encima de cuatro de cada diez casos) es el de un núcleo formado por ambos progenitores y un 36,1% en familias monoparentales, principalmente conviven solo con la madre, ha dicho este martes también Diana Díaz. «Me da miedo compartirlo con mi madre porque me ve una exagerada», alega otra muchacha. «A mí nunca me apoya, le cree más a él», sostiene otra de las abusadas que hablan con personas de ANAR de los abusos a los que le somete su propio hermano.Un 1%de las víctimas, una de cada cien, fueron agredidas bajo sumisión química, drogadas. «No es un bulo o algo que cuenten los medios»

Y hay quien no quiere denunciar para no llevar a su primo, su tío o su padrastro ante la Policía o ahorrarse el disgusto familiar. «Saben que supone un antes y un después en la familia y hay muchas resistencias», ha afirmado por su parte Sonsoles Bartolomé, directora del departamento jurídico de ANAR. Piensan que va a ser peor el remedio que la enfermedad. «Mi madre defiende a su actual pareja, no reconoce que haya abusado de mí –dice en este caso Linet–. Él bebe y consume drogas y se pone muy agresivo». En el informe que da cuenta de más de 4.500 casos de agresiones sexuales en el último lustro el consumo de estupefacientes se mezcla con el 13,4% de los casos. Además, una de cada cien víctimas se encontraba bajo sumisión química en el momento de la agresión sexual, no es un bulo o algo que se cuenta en los medios, acredita Benjamín Ballesteros sobre este trabajo. No obstante, los profesionales que las escuchan refieren en el informe que esos adultos «no proceden de familias desestructuradas. Son normales, no son enfermos ni drogadictos ni pertenecen a un ámbito marginal».

Hay un ámbito que preocupa especialmente a los autores de este análisis y es la falta «de identificación» de que se está siendo agredido. Por ejemplo, Dolores dice una frase más común de lo que pueda parecer tras relatar episodios sexuales violentos: «No sé si es violación porque él fue mi pareja». Un 10% de los agresores son reincidentes (por lo que «han quedado impunes tras un primer caso», ha aseverado también Ballesteros), estiman desde el Centro de Estudios e Investigación ANAR. Las manadas siguen también una línea ascendente «muy preocupante», han destacado los responsables de las líneas de ANAR, incrementándose de un 2,8% en 2008 a un 10,9% de los casos en este estudio, siendo la violación grupal más predominante la de dos agresores sobre una mujer.

Por nacionalidades, el delito entre familias inmigrantes crece notablemente, porque si representan el 12,8% de la población infantil total, las víctimas representan el 41,3% de la totalidad de las agresiones referidas por ANAR. Son españolas el 58,7% de las familias.

ANAR entiende por violencia sexual también los delitos vinculados a las tecnologías, que no son pocos: están involucrados en un 43,9% de los casos, pero además es que internet se muestra como «la puerta de entrada» hacia el abuso presencial en cuantiosos casos, contrastan los responsables del documento. Habla Lidia: «Envié unas fotos de carácter sexual y ahora me tienen amenazada con distribuirlas si no envío fotos a cambio»; «después me ha dicho que era un hombre adulto y me ha mandado una foto de su pene y ha co enzado a amenazarme con modificar mis fotos. Me siento culpable e ingenua».

Claro que, tal y como vienen demostrando los últimos informes, por el testimonio de algunos de ellos se comprueba que sí pueden ser plenamente sabedores de los efectos que tiene ese ‘grooming’ o chantaje digital y se prestan a ello, porque a cambio obtienen regalos. También lo son con el consumo consciente que hacen del porno. «Asociamos las dos coletas, llevar dos coletas, con prostitutas», dice Mario, antes de «obrar en consecuencia».

«Él era una persona mayor y yo quería que me consintiese», asume otra pequeña, que no ve problema en su actuación arriesgada. «Me ofrece regalos a cambio de besos y tocamientos», especifica Manuela. «En Onlyfans suben fotos o algo así y pagas por ello, pues al final, la gente no lo hace porque le gusta, pero ganas un montón de pasta con esto», dice el adolescente Lizer. Para denunciar todos los casos de violencia sexual por internet, los profesionales de los Cuerpos de Seguridad piden «pruebas documentales a través de sus teléfonos y ordenadores«. »Las necesitamos lo antes posible porque si no desaparecen y sin prueba no hay condena«.

Como curiosidad, ANAR ha estudiado los meses del año en que más prolifera este tipo de violencia. Despunta en el final de la primavera -mayo y junio-. En el caso específico de las agresiones presenciales, se producen mayoritariamente sobre mujeres los meses de agosto.

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