Casi 300 millones de afectados se enfrentaron a una crisis alimentaria aguda en 2023 y el número de personas al borde de la hambruna aumentó a más de 700.000, casi el doble que en 2022. Son las conclusiones que recoge en su octava edición el informe de la Red Global contra las Crisis Alimentarias, que evidencia la urgente y necesaria respuesta ante esta problemática mundial, teniendo en cuenta que la previsión para 2024 no parece ser muy alentadora, especialmente en Palestina, Sudán y Haití. Aunque hubo una leve disminución en la proporción general de población afectada en comparación con 2022, la cifra sigue siendo preocupante, superando los niveles previos a la pandemia de COVID-19.
El informe destaca que más de 36 millones de personas en 39 países/territorios de los 59 que incluye el informe, se encontraron en una situación de emergencia, con una proporción significativa de ellos en Afganistán y Sudán, este último enfrentando el mayor deterioro debido a la Guerra Civil iniciada en abril de 2023.
Las condiciones climáticas extremas fueron el principal impulsor de crisis alimentaria en 18 países, mientras que la economía lo fue en 21. Muchos territorios se encontraban lidiando con una recuperación prolongada de sequías e inundaciones. El fenómeno de ‘El Niño’ y otros factores hicieron de 2023 el año más caluroso registrado. Por otra parte, la disminución de los precios mundiales de los alimentos no se trasladó a los países de bajos ingresos y con dependencia a las importaciones.
En 2023 hubo un 12% más de conflictos que en 2022 y un 40% más que en 2020
Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED por sus siglas en inglés)
Se estima que en 2023, alrededor de 700.000 personas, la mayoría de ellas en Palestina (Franja de Gaza), se enfrentaron a una situación de catástrofe, donde el hambre, el número de muertos, la pobreza y los niveles extremadamente críticos de desnutrición siguen siendo evidentes.
Refleja la gravedad en áreas afectadas por conflictos, uno de los principales factores que impulsan las crisis alimentarias y que predominan como impulsores en 20 de los 59 países. Aunque en el informe señalan que rara vez están provocadas por una sola amenaza, sino más bien por la interacción entre crisis y la pobreza subyacente, las debilidades estructurales y otros factores de vulnerabilidad como el cambio climático.
El año pasado, 36 millones de niños menores de 5 años padecían desnutrición aguda de los cuales casi 10 millones se encontraban en estado grave, especialmente entre las poblaciones desplazadas y afectadas por conflictos. Según UNICEF, casi la mitad de todas las muertes de niños menores de 5 años a nivel mundial son atribuibles a la desnutrición.
Los datos disponibles sobre la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición en las poblaciones desplazadas dentro de los países y a través de las fronteras pintan un panorama terrible. No solo afecta a las personas que se trasladan sino también a las comunidades que las acogen.
«Es probable -valora la FAO en su informe- que la situación continúe deteriorándose en 2024 sin una acción conjunta entre los gobiernos y la comunidad internacional a medida que los conflictos y las crisis económicas y climáticas impulsan cada vez más estos desplazamientos».
Entre 2021 y 2022, la financiación humanitaria, aumentó más del 50%. Sin embargo, informaciones recientes del Fondo Financiero de OCAH System muestran que, si bien las necesidades siguen siendo altas, en 2023 no se mantuvieron las mismas ayudas. Lo que tiene como resultado una brecha cada vez mayor. Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, indica que la financiación no sigue el ritmo de la precariedad. Hace un llamamiento a los gobiernos para aumentar los recursos disponibles para el correcto desarrollo.
Fuente: ABC
