Ciudad perdida

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La pregunta, la que los quejosos por la violencia deberían hacerse antes de lanzar condenas escandalosas, es: ¿por qué los jueces siguen liberando a los agentes de la furia?

La respuesta, desde luego, puede estar dentro del catálogo de los argumentos de lo cínico que tan bien manejan y podría ser algo como: a la justicia no se le toca, pero, la verdad, todos los combatientes contra la violencia deberían tener en cuenta que la impunidad es el ingrediente que aviva la violencia y debería estar pidiendo cuentas a la Judicatura.

La semana pasada se informó que el juez Roberto Paredes Gorostieta había dejado en libertad a un sujeto considerado como uno de los principales generadores de violencia en esta capital. El asunto es largo, pero es la muestra de que parar la violencia asociada a la impunidad es prácticamente imposible.

Resulta entonces que el viernes de la semana pasada se informó del resultado de un cateo que realizaron autoridades locales y federales. Se detuvo por esa acción a Fabián Solís Vega y su hijo, Fabián Ortiz Vieyra, a quien se le acusa de desaparición forzada y homicidio, entre otros delitos. Por la captura de El Junior, como se le conoce, se ofrecía una recompensa de hasta 3 millones de pesos.

Los sujetos, padre e hijo, fueron presentados ante los juzgadores en el Centro de Justicia Federal que tiene su sede en el Reclusorio Sur de esta ciudad, donde Paredes Gorostieta, el mismo que al parecer dictó libertad a Rosario Robles, argumentó, en algo muy parecido a la complicidad, que el cateo en el que se les detuvo era ilegal, y los dejó libres. Los dos sujetos encabezan la banda llamada La Ronda 88, acusada de invasión de predios y cobro de derecho de piso a comerciantes.

Aún así, con los datos de que eran muy buscados y que había una recompensa por su localización y captura, el juez Paredes Gorostieta puso sobre ellos el manto de la ley.Fabián padre abandonó las oficinas del Reclusorio Sur por la puerta principal, pero a su cachorro, a quien esperaban en la puerta para volverlo a internar, se le dieron las facilidades para abandonar el centro de reclusión por una salida de escape.

La orden de detención en contra de Fabián hijo era por desaparición forzada y la autoridad estaba en espera de su liberación, que ya se había anunciado para volverlo a detener, pero adentro, en el juzgado, la historia era diferente.

Un saco, unas carpetas y un libro de los que usan los abogados sirvieron de disfraz para lograr la fuga de El Junior. Pero no sólo eso, dentro del juzgado se instaló una escalera por la que el también llamado El Cachorro trepó para salir con su disfraz del recinto de justicia.

Uno de los generadores de violencia más buscados en la capital anda suelto por sus calles. La situación se la debe, la ciudadanía, al sistema de justicia del que no se habla, al que no se condena porque a la justicia no se le toca.

De pasadita

Es obvio, lo sabía Nora Arias, se le avisó de veinte maneras. El PRD no es partido político, es el negocio de los Chuchos y ahora lo sintió en carne propia.

Nada personal, se trata de un negocio. Chucho Zambrano quería que su hijo fuera el proveedor único, según nos informan, de los bienes que adquiere el PRD en la ciudad, pero la presidenta del partido se opuso.

Nora, aunque fiel al cadáver amarillo, fue un obstáculo para el negocio y antes que renunciar a las ganancias era mejor maniatar a la presidenta y arrebatarle las facultades de administración que son, por principio, tareas de la presidenta, que ahora se quedó sin recursos, pero sigue con la camiseta puesta. ¡Qué barbaridad!

Fuente: jornada

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