La injusticia no ha terminado

Alejandro Encinas, fiel a su pensamiento dogmático desde los tiempos del Partido Comunista, torció las investigaciones del caso Ayotzinapa para ajustarlas a sus ideas preconcebidas

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Como si la sevicia de encarcelar a un inocente a través de la transformación de argumentos ideológicos en delitos no fuera suficiente, el señor Presidente respinga por la garantía de prisión domiciliaria a un anciano enfermo:

“—Todavía está por resolverse lo de ayer, que dejaron en libertad domiciliaria, al exprocurador Murillo Karam.

“…Ahí sí, es rápido, es expedito, pero ¿Cuántos hay? Miles sin sentencia, porque quien no tiene para comprar su inocencia no tiene agarraderas, más bien influencia, no tiene entrada en el Poder Judicial”.

Muy extraña y relativa esa idea presidencial. ¿Rápido y expedito? Todo con tal de prolongar su pleito con la judicatura.

Murillo Karam fue detenido en agosto de 2022 sin asomo de resistencia, a las puertas de su casa (después de soltar a su hermano a quien los poco profesionales agentes confundieron con él), y desde entonces debió haber gozado de la condición ahora criticada por el Presidente de la República, quien, con esa mohína reacción, confirma su personal interés en contra del exprocurador.

Los delitos por los cuales pasó preso casi dos años fueron prefabricados por Alejandro Encinas como fiscal del caso Iguala, al frente de una ineficiente comisión (ya hasta la desaparecieron), para llegar a una verdad conocida desde hacía muchos años: la colusión de autoridades municipales y estatales con el crimen organizado y el tráfico de heroína en Guerrero.

Pero como eso involucra a su propio movimiento (PRD-Morena), fue necesario embestir contra el Ejército, Murillo y Tomás Zerón.

Encinas, fiel a su pensamiento dogmático desde los tiempos del Partido Comunista, torció las investigaciones para ajustarlas a sus ideas preconcebidas.

Las reuniones de coordinación de la PGR con el resto de las instituciones del gobierno, en una investigación hasta ahora no desmentida, se presentaron como una confabulación siniestra por la cual el Estado desaparecía a los indefensos activistas, con la mente maestra de Murillo al frente de toda la maldad.

En las reuniones sostenidas con Murillo en 2021 presencié sus problemas de sinapsis.

Llegó a mostrarme los resultados de sus exámenes. Cuando me decía, no me acuerdo, no mentía. La memoria se le escondía en rincones oscuros de su mente.

Pero a los problemas neurológicos se agregaron los trastornos cardiacos post prisión, reconocidos hasta en tono dubitativo por el señor Presidente en su conferencia de ayer:

“…El señor, cuando ingresó a la cárcel estaba enfermo, no se sabe, pero a mediados de 22, se le trasladó de urgencia a cardiología y se le operó por un derrame y se le salvó la vida. Fue bien atendido…”

Pero en algo tiene razón el señor Presidente: el caso no ha terminado. Solo cambió el escenario.

POR RAFAEL CARDONA

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