Gillian Anderson, el triunfal segundo acto de la estrella de ‘Expediente X’

La actriz vive a los 51 años cotas de popularidad que no conocía desde el éxito de la serie gracias a su papel de terapeuta en 'Sex Education' y su participación en 'The Crown'

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Gillian Anderson (Chicago, 1968) tenía 25 años cuando pasó de total desconocida a estrella de la televisión gracias al papel de la descreída agente especial del FBI Dana Scully en Expediente X. La mítica serie de ciencia ficción se convirtió en el tipo de fenómeno cultural que provoca que los paparazi empiecen a seguirte y que los fans más entregados se hagan tatuajes con tu cara. Incluso desencadenó el llamado “efecto Scully”, ratificado por un estudio de 2018 que sostenía que toda una generación de mujeres científicas tomaron a Scully como modelo a la hora de elegir carrera. Pero la actriz que la interpretó también podría haber inspirado un “efecto Anderson”. Ganadora del Emmy y del Globo de Oro, esta estadounidense de nacimiento y británica de adopción (pasó la niñez en Londres y vive allí desde hace años), ha brillado en la televisión, el teatro y, en menor medida, el cine. Y, por algún fenómeno paranormal de los que fascinarían al agente Mulder, parece que, cuantos más años cumple, más trabaja. Algo que en su industria está lejos de ser lo habitual.

Hoy, con 51, Anderson ha visto cómo su popularidad se dispara de nuevo por otro papel televisivo, el de la terapeuta sexual Jean Milburn en Sex Education, cuya segunda temporada se estrenó en Netflix el 17 de enero. Su rol en la serie de la que todo el mundo habla la ha llevado a describirse en la biografía de su perfil de Instagram –donde tiene un millón de seguidores– como “especialista en polvos”, y ha inspirado dos de sus hashtags habituales: #PenisoftheDay y #YonioftheDay (‘pene del día’ y ‘vagina del día’). Además, próximamente la veremos transformada en Margaret Thatcher en la cuarta temporada de The Crown, un proyecto que también es especial para ella porque el creador del show, el dramaturgo y guionista Peter Morgan, es su pareja desde hace casi 4 años.“Tuvimos largas conversaciones sobre si era prudente trabajar juntos”, ha admitido a Elle. “Ambos somos perfeccionistas, y era importante para nosotros establecer límites en cuanto a qué se podía discutir”.

Anderson se ha casado –y divorciado– dos veces. La primera, en 1994, fue con Clyde Klotz, un diseñador de producción que es el padre de su hija Piper, de 25 años. Una década después se unió al experiodista Julian Ozanne, pero aquello tampoco duró. Además, tiene dos niños, Oscar y Felix, de 13 y 11 años, de una relación posterior con el empresario Mark Griffiths. Con Morgan parece haber encontrado el equilibrio gracias a que practican lo que en inglés se conoce como living apart together: comparten vida, pero no casa. “Mi pareja y yo no vivimos juntos. Si lo hiciéramos, sería nuestro fin. Funciona muy bien así. Cuando estamos juntos lo sentimos como algo muy especial. Y cuando estoy con mis hijos, puedo estar completamente ahí para ellos”, ha explicado en The Sunday Times Style. “Empiezo a echar de menos a la persona con la que quiero estar, y es una sensación estupenda”. También ha tenido relaciones con mujeres, según contó en 2012 en la revista Out, pero fueron “la excepción y no la regla”. Lo que siempre ha negado es que la evidente química en pantalla entre ella y el actor David Duchovny se trasladara a un romance en la vida real.

Como activista, ha tocado casi todos los palos: desde los derechos de las mujeres y los niños al bienestar animal, pasando por la neurofibromatosis, el trastorno neurológico que en 2011 se cobró la vida de uno de sus hermanos. Se ha sumado al debate sobre la paridad salarial denunciando que le costó años conseguir que le pagaran lo mismo que a David Duchovny, y también se ha manifestado contra la “atroz” presión que sufren las mujeres por su aspecto. “No soy necesariamente anti-cirugía; estoy en contra de la vergüenza que va asociada, en su propia mente, a las mujeres que toman esa decisión, con razón o sin ella”, afirmó en The Telegraph en 2016.

Artista de múltiples talentos, Anderson ha diseñado dos colecciones cápsula de prendas versátiles para la firma Winser London, aunque no se considera experta en moda ni presta atención a las tendencias. “Tantas veces a lo largo de los años he aparecido en la alfombra roja, he visto las fotos al día siguiente y he pensado, ‘Dios, ¿esa soy yo?’”, confesó una vez a The Times. También ha coescrito una trilogía de novelas de ciencia ficción titulada The Earthend Saga y hace tres años publicó junto a una amiga una suerte de libro de autoayuda para mujeres, We: A Manifesto for Women Everywhere, donde compartía consejos, reflexiones y experiencias –ella ha padecido problemas de autoestima o ataques de pánico–.

La primera vez que acudió a terapia tenía solo 14 años y estaba atravesando una adolescencia más que rebelde, kamikaze: drogas, alcohol, una cresta punk y un intento de allanar su instituto son recuerdos de una época en la que fue elegida por sus compañeros de clase “la más rara” y “la que con más probabilidad acabaría arrestada”. Cómo se equivocaban.

Fuente: elpaís

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