La selva del Amazonas esconde el secreto para prevenir el alzhéimer

0
729

Apenas el 1% de las personas mayores de las tribus Tsimane y Moseten sufren demencia, en contraste, con el 11% de las personas de 65 años o más que viven en EE.UU. o Europa

Con un envejecimiento progresivo de la población mundial y un inceremento de las demencias cada vez mayor, los investigadores están tratando de buscar soluciones imaginativas para hacer frente a este grave problema. Y es posible que echar un mirada a cómo vivían nuestros antepasados pueda ayudarnos a encontrar respuestas.

Según una nueva investigación de la Universidad del Sur California, seguir un estilo de vida preindustrial, mucho más saludable, pueden brindar pistas para prevenir la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

El estudio publicado en « Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association» revela que dos grupos indígenas de la Amazonía boliviana tienen una de las tasas de demencia más bajas del mundo.

En concreto, apenas alrededor del

 1% de las personas mayores de las tribus Tsimane y Moseten sufre demencia. En contraste, el 11% de los mayores de 65 años o más que viven en los EE.UU. o Europa tiene demencia.

«Algo de su estilo de vida de subsistencia preindustrial parece proteger a los Tsimane y Moseten mayores de la demencia», señala Margaret Gatz, autora principal del estudio y profesora en la Universidad del Sur California.Algo de su estilo de vida de subsistencia preindustrial parece proteger a los Tsimane y Moseten mayores de la demencia

Los investigadores utilizaron imágenes de tomografía computarizada (TC) cerebral, evaluaciones cognitivas y neurológicas y cuestionarios culturalmente apropiados, facilitados por un equipo local de traductores capacitados y médicos bolivianos, para diagnosticar la demencia y el deterioro cognitivo entre los Tsimane y Moseten.

El estudio encontró solo cinco casos de demencia entre 435 personas Tsimane y solo un caso entre 169 Moseten de 60 años o más.

Mujer moseten
Mujer moseten – Photo courtesy of Tsimane Health and Life History Project Team

En los mismos grupos de más de 60 años, el equipo diagnosticó alrededor del 8 % de Tsimane y el 10 % de Moseten con deterioro cognitivo leve, que generalmente se caracteriza por una etapa temprana de pérdida de memoria o disminución de otras habilidades cognitivas, como el lenguaje o percepción espacial.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que los participantes del estudio que tenían demencia o deterioro cognitivo leve frecuentemente tenían calcificaciones inusuales y prominentes de sus arterias intracraneales. Estos participantes del estudio mostraban con frecuencia síntomas parkinsonianos durante los exámenes neurológicos y déficits cognitivos en la atención, la conciencia espacial y el funcionamiento ejecutivo.

Aunque las calcificaciones eran más comunes entre las personas con deterioro cognitivo, los científicos también observaron estas calcificaciones vasculares en las tomografías computarizadas de las personas sin demencia o deterioro cognitivo leve.

No obstante señalan que se necesita más investigación para comprender el papel de los factores vasculares, así como los trastornos infecciosos e inflamatorios, que son muy frecuentes en estas poblaciones, junto con otros riesgos de demencia.Los autores del estudio compararon sus resultados con una revisión sistemática de 15 estudios de poblaciones indígenas en Australia, América del Norte, Guam y Brasil

Los aproximadamente 17.000 Tsimane permanecen físicamente muy activos a lo largo de su vida, ya que pescan, cazan y cultivan con herramientas manuales y recolectan alimentos del bosque. Los 3.000 Moseten también residen en aldeas rurales y se dedican al trabajo agrícola de subsistencia. A diferencia de los Tsimane, más aislados, viven más cerca de las ciudades y tienen escuelas, acceso a agua potable y servicios médicos, y es más probable que estén alfabetizados.

Los autores del estudio compararon sus resultados con una revisión sistemática de 15 estudios de poblaciones indígenas en Australia, América del Norte, Guam y Brasil. Esa revisión encontró una prevalencia de demencia que oscilaba entre el 0,5 % y el 20 % entre los adultos mayores indígenas.

El hecho de que las poblaciones indígenas en otras partes del mundo tengan altas tasas de demencia puede deberse a una mayor cantidad de contacto y adopción de estilos de vida de sus vecinos no indígenas. También presentan mayores riesgos de diabetes, hipertensión, abuso de alcohol, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Estos factores de riesgo de demencia son extremadamente bajos entre las poblaciones de Tsimane y Moseten.

La investigadora Margaret Gatz señala a ABC Salud que esperan que la investigación continua «identifique alguna combinación de causas genéticas, ambientales y de estilo de vida para la baja tasa de demencia en esta población».

Estas poblaciones, añade, «nos permiten observar la salud como podría haber sido entre nuestros ancestros humanos, donde su estilo de vida de subsistencia físicamente activo y sus corazones sanos son solo una diferencia».

Investigaciones previas publicadas en «The Lancet» mostraron que los Tsimane tiene corazones extraordinariamente sanos en la vejez y una prevalencia más baja de aterosclerosis coronaria (una enfermedad que se manifiesta en forma de depósitos de grasa dentro de las arterias) de cualquier población conocida por la ciencia. Esta distinción puede estar relacionada con su estilo de vida de subsistencia.

Otro trabajo publicado el año pasado en «The Journal of Gerontology», dirigido por el profesor asistente de la misma universidad, Andrei Irimia, también coautor de la nueva publicación, encontró que los Tsimane experimentan menos atrofia cerebral que sus pares estadounidenses y europeos.La falta de actividad física y las dietas ricas en azúcares y grasas, contribuyen a las enfermedades cardíacas y también pueden acelerar el envejecimiento cerebral

Los investigadores dicen que, en contraste con los Tsimane, los factores del estilo de vida en los países de mayores ingresos, incluida la falta de actividad física y las dietas ricas en azúcares y grasas, contribuyen a las enfermedades cardíacas y también pueden acelerar el envejecimiento cerebral.

El envejecimiento es el más importante factor de riesgo conocido para el alzhéimer y otras demencias. La evidencia apunta a la baja educación formal, la hipertensión y la diabetes en la mediana edad, las enfermedades cardiovasculares, la inactividad física y, más recientemente, la contaminación del aire como los principales factores de riesgo modificables para la demencia y la enfermedad de Alzheimer.

Anciana Moseten
Anciana Moseten

El envejecimiento de la población mundial, junto con la proliferación de esos factores de riesgo modificables, conducirá a una triplicación de la cantidad de personas con demencia en todo el mundo para 2050, a más de 152 millones.

«Estamos en una carrera por encontrar soluciones a la creciente prevalencia de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias», señala Hillard Kaplan, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Chapman (EE.UU.), quien ha estudiado el Tsimane durante dos décadas. «Observar estas poblaciones diversas aumenta y acelera nuestra comprensión de estas enfermedades y genera nuevos conocimientos».

Gatz asegura que si «se comparan los cerebros de las personas cognitivamente sanas con los cerebros de las personas que han desarrollado demencia, es posible que podamos trabajar hacia atrás para ver qué podría causar cambios en el cerebro».

Por ejemplo, explica, «si las personas con hipertensión tienen diferencias en el cerebro de las personas sin hipertensión, y esas diferencias cerebrales están asociadas con la demencia, podemos inferir que el tratamiento de la hipertensión es importante para el funcionamiento saludable del cerebro».

«Al trabajar con poblaciones como los Tsimane y los Moseten, podemos obtener una mejor comprensión de la variación humana global y cómo era la salud humana en diferentes entornos antes de la industrialización», explica Benjamin Trumble, coautor del estudio y profesor de la Universidad Estatal de Arizona.

«Lo que sí sabemos -concluye- es que la vida sedentaria, urbana e industrial es bastante novedosa en comparación con la forma en que vivieron nuestros antepasados durante más del 99% de la existencia de la humanidad».

Pero Laura Pérez Gil, del Departamento de Antropología. Universidad Federal del Paraná (Brasil) echa en falta en esta interpretación es que no se hace «alusión al papel que las formas de relación social puedan jugar en la salud mental de los tsimane».

Los grupos indígenas buscan el «buen vivir», que significa vivir con los parientes, evitar el conflicto, vivir tranquilo, hacer fiestas, trabajar para tener alimentos abundantes. «Se vive con otro ritmo, se produce lo que se va a consumir en el momento; por eso -nos dice-, sospecho que el modo específico en que se desarrollan las relaciones sociales, el ritmo de vida, la relación cotidiana con el medioambiente natural (ir a cazar, pescar, caminar, buscar la comida a la chacra….) la desconexión de redes sociales, tecnología, etc., tiene un impacto en la salud mental de las personas e, imagino, en la salud de las personas cuando envejecen».

Por ello, cree importante también entender cómo todos esos factores afectan en la conservación de la salud mental, aunque esto, dice, «no anula los resultados del artículo».

Por R. Ibarra

fuente: Abc.es

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here