Cristiano Ronaldo: el arma para blanquear el régimen saudí y arrebatar el Mundial a Portugal

Arabia Saudí se plantea presentar su candidatura al Mundial 2030.

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Cristiano Ronaldo es tan solo la punta del iceberg. El fichaje del portugués por el Al Nassr trasciende los terrenos de juegos, no significa únicamente hacerse con uno de los mejores futbolistas de la historia. Cristiano es una inversión para Arabia Saudí, una apuesta de futuro a pesar de sus 38 años. El traspaso se enmarca dentro de una hoja de ruta del gobierno saudí que busca el reconocimiento internacional a través del sportswashing.

¿Y qué es el sportswashing? «Consiste en el uso que determinados países hacen del deporte para vender al extranjero una serie de imágenes que poco tienen que ver con la situación de derechos humanos dentro de esos países», describen desde Amnistía Internacional. Arabia Saudí utiliza a Cristiano Ronaldo como peón -también hizo lo mismo con Messi, embajador de Turismo del país- para promocionarse al mundo.

El deporte es el arma que países de Oriente Medio utilizan para darse a conocer. Hace varios años, Emiratos Árabes compró el Manchester City, Catar el PSG y recientemente Arabia Saudí el Newcastle. En el caso de los saudís, tanto la compra de los magpies como el fichaje de Cristiano se enmarcan en el Vision 2030. Este proyecto tiene como principal objetivo diversificar su economía y depender menos del petróleo. Y cuenta desde la organización de grandes eventos del mundo del deporte hasta la construcción de ciudades espectaculares en medio de la nada.

¿Quién está detrás?

El macroproyecto lo dirige Mohammed Bin Salman. Es el príncipe heredero de Arabia Saudí y también primer ministro, dirige de facto el país desde 2017. A pesar de que intenta proyectarse al mundo como un político reformista, desde Amnistía Internacional presentan muchas dudas. La organización cuenta que múltiples personas han sido condenadas y encarceladas por expresar opiniones disidentes o por trabajar en ámbitos relacionados con los derechos humanos. Recoge testimonios de juicios manifiestamente injustos y algunos tribunales siguen recurriendo a la pena de muerte.

En 2018, Jamal Khashoggi, periodista y colaborador del Washington Post crítico con el régimen saudí, fue asesinado en el consulado de Arabia Saudí en Estambul. La ONU apuntó como responsable a Arabia Saudí, Khashoggi había sido víctima de «una ejecución extrajudicial». La organización explicó que existían «pruebas creíbles que justifican una mayor investigación sobre la responsabilidad individual de altos funcionarios saudíes, incluido el príncipe heredero», es decir, Mohammed Bin Salman. Los Estados Unidos también lo señalaron como instigador del crimen. «Aprobó la operación para capturar o matar a Khashoggi», rezaba un documento de la inteligencia americana.

En cuanto a geopolítica, Arabia Saudí lidera la coalición que lucha contra Irán por controlar Yemen y han realizado más de 25.000 ataques aéreos. Según Amnistía, han fallecido ya más de 200.000 personas. Recientemente, los saudíes penaron a Salma al-Shebab por tuitear a favor del derecho de las mujeres con 34 años de prisión. A Abdulrahman al-Sadhan le cayeron 20 por publicar tuits críticos con el país.

El día que el Barça-Betis se juegue, se cumplirán 10 meses de la ejecución pública que terminó con 81 personas asesinadas. En total, en 2022 hubo 128 ejecuciones. En 2020, cuando se disputó la primera edición de la Supercopa en Arabia Saudí, Mohamed al-Bokari fue acusado de violar la moral pública, promover la homosexualidad en Internet e «imitar a las mujeres». ¿La pena? 500 latigazos.

«Pocos saben qué sucede en el fondo soberano saudí, incluso algunos de los ministros del país»

Steffen HertogProfesor en la London School of Economics y experto en Oriente Medio

Bin Salman también dirige el fondo soberano de Arabia Saudí, desde donde el país tiene acciones en múltiples empresas. Desde el Newcastle hasta Disney o Facebook. Pero no todo reluce. «Es opaco, como una caja negra. Pocos saben qué sucede ahí dentro, incluso algunos de los ministros del propio país», reveló Steffen Hertog, profesor en la London School of Economics y experto en Oriente Medio, a Financial Times.

Cada vez hay más focos deportivos en Arabia Saudí. La compra del Newcastle fue su primera gran irrupción en el mundo del fútbol. Actualmente, tras una gestión a base más de cabeza que de talonario, tienen a los magpies terceros en Premier. Curiosamente, su tercera equipación es verde y blanca, colores de la bandera de Arabia Saudí, y extremadamente similar a la que viste su combinado nacional. En un amistoso en Riad durante el parón mundialista la lucieron.El Newcastle con la tercera equipación en Arabia Saudí. GETTYEl Newcastle con la tercera equipación en Arabia Saudí. GETTY

Precisamente también será en Riad donde se jugará la Supercopa de España. En el mismo escenario se disputó un amistoso entre Boca Juniors y Barça en homenaje a Maradona. El encargado de organizarlo fue un conocido de LaLiga, Turki Al Sheikh, propietario del Almería y persona de confianza de Bin Salman. También fue el encargado de llevar a cabo el Argentina-Brasil que se disputó en Arabia Saudí en 2018.

El próximo 19 de enero, Arabia Saudí, de la mano precisamente de Turki, organizará un amistoso entre el Paris Saint-Germain y un combinado formado por los mejores jugadores de Al Hilal y Al Nassr. El último Cristiano vs Messi se jugará en tierras árabes. La selección saudí la dirigirá Marcelo Gallardo, sin equipo desde que cerró su etapa en River Plate y sin ningún tipo de conexión anteriormente con el país.

Entre el 17 y el 19 de este mes, el PSG se moverá entre Catar y Arabia Saudí, algo que hace un tiempo era imposible. Que el emir de Catar y Bin Salman se sentaran junto a Infantino durante el partido inaugural del Mundial es más que una fotografía. Las relaciones entre países han mejorado. Durante años, varios países vecinos de Catar bloquearon el país por tierra, mar y aire, le acusaban de financiar el terrorismo.

Turki no es el único empresario árabe en poseer clubes de fútbol. United World, siguiendo los pasos del Manchester City, es una empresa que tiene en su cartera a equipos de varios países. Son el Sheffield United, Beerschot (Bélgica), Kerala United (India) y el Al Hilal (Emiratos Árabes) y el Châteauroux francés, que recientemente se enfrentó en la copa al Paris Saint-Germain.

Inversiones mucho más allá del fútbol

Pero no todo termina en el balón. En tierras saudíes se está celebrando el Dakar. Además, desde 2021 también tiene circuito de Formula 1 y llegó a un acuerdo para que MotoGP también haga parada en el reino en un futuro. En el mundo del golf, fundó la LIV y armó un terremoto con la PGA. Gracias al músculo del fondo soberano, ofrece premios mucho mayores. También ha organizado partidos de la NBA y firmado acuerdos con el World Wrestling Enternteinment.

La hoja de ruta de Vision 2030 tiene dos eventos marcados en rojo. El primero de ellos, el cual ya se lo ha adjudicado, es organizar los Juegos Asiáticos de Invierno en 2029. Si la FIFA modificó el calendario para entregar las llaves del Mundial de fútbol a Catar, Arabia Saudí tomó una postura mucho más arriesgada. Desembolsó 500.000 millones de euros para construir en Neom, una ciudad que aún no existe, Trojena, un macrocomplejo turístico y deportivo en el que se disputarán los Juegos. La decisión fue criticada por deportistas como Kilian Jornet.

Y no todo acaba aquí. Ahora, Arabia Saudí plantea presentar candidatura para el Mundial de 2030 junto a Grecia y Egipto. Sudamérica propone organizarlo entre Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile, mientras que Europa apuesta por España, Portugal y Ucrania. Marruecos también quiere presentarse.

Cristiano Ronaldo ha sido la última inversión saudí para proyectarse hacia el mundo. Desde hace unos meses, Messi es embajador de turismo del país. Fuentes cercanas al argentino indican que el contrato con Arabia Saudí es para promocionar únicamente el turismo, que no estará ligado a la más que posible candidatura mundialista de los árabes.

A pesar de que el Al Nassr especificó en un tuit que «el contrato de Cristiano Ronaldo no tiene compromisos con el Mundial», su fichaje sí les acerca al Mundial de manera indirecta. Significa más foco para el país y más reputación en Occidente. Sportswashing.

Las caras de Messi y Cristiano están ligadas a un país que quiere arrebatar la Copa del Mundo a Argentina y Portugal. Es parte de la estrategia para blanquear la imagen de Arabia Saudí. Esta semana, otro movimiento: una nueva edición de la Supercopa de España en Riad.

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