¿Somos libres o nos forman?

Todos estos factores, obviamente no elegidos por nosotros, más otros factores, los genéticos, tampoco elegidos por nosotros, hacen que seamos los que somos

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El presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a las autoridades de la Ciudad de México a que se informe de la colaboración que tuvo Irma Reyes, tía de Mario Alberto “R”, a quien se le señala junto con Giovana “C” del feminicidio de la niña Fátima, y si ayudó a su localización, se considere ofrecer la recompensa que anunció el gobierno capitalino.

La semana pasada, la Fiscalía de la Ciudad de México detalló que nadie había pedido la recompensa de dos millones de pesos que se ofreció a quien aportara información que permitiera la detención de los responsables, a la vez que aseguró que las detenciones se concretaron por un trabajo de investigación.

Este lunes, en su conferencia matutina, el Jefe del Ejecutivo indicó que ante el asesinato “lamentable y brutal”, la ayuda de la señora Irma Reyes “es un ejemplo” y “debe el gobierno de la Ciudad cumplir con su compromiso e informar sobre el apoyo que dio la señora. El informe que se tiene es que sí ayudó la señora; hubo trabajo de investigación también, hay cosas que por el debido proceso no se puede decir, pero hubo investigación, actuó muy bien el gobierno de la Ciudad de México”.

Frente este tipo de “crímenes horrendos que generan preocupación” en la sociedad, el mandatario aseguró que ya no hay impunidad.

“El que la hace la paga, no es que se comete un crimen y hay impunidad, eso se acabó; puede ser que lleve tiempo porque hay que hacer investigaciones, pero se trabaja todos los días para el esclarecimiento de crímenes. No hay impunidad porque no es el tiempo de (Felipe) Calderón, en que el secretario de seguridad era (Genaro) García Luna”.

La colaboración de la señora Irma, dijo, se da porque la gente “ahora está más consciente, más informada, es un pueblo avispado. Tenemos ojos por todos lados, oídos por todos lados, que nos ayuda la gente”.

Insistió que en este tipo de casos se pude realizar detenciones porque ahora las instancias de inteligencia no se dedican a espiar a opositores como “se dedicaba antes el Cisen”. “No estamos espiando a ningún opositor, a ningún conservador. Pueden hablar por teléfono con toda seguridad”.

No niego la posibilidad de que lleguemos al mundo con algunas vagas inclinaciones innatas o que ciertos rasgos de nuestro carácter estén en nosotros desde que nacemos; pero, sin duda, la mayor parte de lo que somos lo adquirimos aquí y en el contexto donde crecemos y pasamos nuestra vida. Esta afirmación se torna evidente cuando se comparan las visiones del mundo que suscriben un mexicano y un japonés o un alemán y un senegalés. Incluso las diferencias de conducta y formas de pensar son notoriamente distintas cuando se trata de un mexicano citadino o de un mexicano de Chihuahua, nacido en la comunidad Tarahumara: sus ideas, sus preocupaciones, sus maneras de relacionarse con los demás y con la naturaleza son enteramente diferentes. Somos, en buena medida, el resultado de una enorme variedad de factores que dependen del sitio donde nacimos y vivimos y de las de personas que nos han acompañado.

Nuestros miedos y nuestros deseos, nuestra fobias y nuestros gustos, nuestras decisiones e inclinaciones, en una palabra, nuestra identidad se ha construido a causa de la zona del mundo donde, por casualidad o por destino, nos tocó nacer y de la época en la que se nos ocurrió hacerlo. Las coordenadas espacio tiempo nos marcaron y, luego, las peculiaridades de nuestra familia: tenerla o no tenerla o tener esa específica que nos tocó, cuentan lo mismo para troquelar lo que somos.

Todos estos factores, obviamente no elegidos por nosotros, más otros factores, los genéticos, tampoco elegidos por nosotros, hacen que seamos los que somos. Frente a toda esta carga habría que preguntarnos por el margen de maniobra que realmente nos permite lo que llamamos “libertad”.

Soy un individuo sujeto a una circunstancia (término importante para Ortega y Gasset), soy un individuo en situación (término importante para Sartre), soy un individuo inscrito en un momento histórico y en una estructura material (términos importantes para Marx)… La pregunta es: ¿soy un mero resultado del contexto o realmente soy el producto de mi voluntad?

Cuando pienso en el individuo que soy y me imagino en la dinastía Ming, viviendo en el siglo XV en el pueblo de Nankín como agricultor, o cuando me imagino en el Valle de Mexico en el siglo XIV viviendo en Texcoco y adorando a Huitzilopochtli se me escapa por completo la noción de mí: mi individualidad a la que me aferro -por creerla fruto de mi libertad- se me desaparece de las manos.

Pero cuando pienso en dos pintores: Velázquez y Goya; ambos pintores cortesanos con la obligación de pintar a la familia real en turno, y contemplo sus obras y descubro en ellas, más allá de los motivos encargados, sus estilos personalísimos y hasta el sello de soberbia e ironía que se permitieron, pues Goya pinta al príncipe heredero parecidísimo a Manuel de Godoy (simple primer ministro) y al rey Carlos IV con cara de imbécil; y a Velázquez no reducido a retratar a la infanta Margarita, sino ampliando el espacio del cuadro para que el espectador quede incluido, entonces pienso que es posible que la libertad sí exista. Y que somos nosotros quienes nos formamos o, al menos, que esa autoformación es posible.

Fuente: lajornada

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