El campeón luchó con blancas durante 33 jugadas, pero Nepomniachtchi igualó con facilidad después de elegir la ultrasólida defensa rusa
A nadie le duele tanto como a Magnus Carlsen firmar unas tablas rápidas, sin exprimir hasta la última posibilidad, menos aún con blancas y el día de su cumpleaños. Si el lenguaje gestual tiene sentido, que lo tiene, estaba claro que el noruego se revolvía en su silla porque después de poco más de veinte movimientos no veía el modo de seguir luchando por la victoria, en la cuarta partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez. «Intenté algo concreto y no funcionó. Es un resultado normal», dijo. Así es el «ajedrez moderno». El lado feo de lo sofisticado que se ha vuelto el juego es que en sus defensas del título el campeón lleva 18 tablas seguidas en ajedrez clásico, sin contar los desempates: dos contra Sergey Karjakin en 2016, las doce contra Fabiano Caruana en 2018 y las cuatro que ha firmado ya contra Ian Nepomniachtchi.
El campeón se estrelló contra la defensa rusa del ruso, una sorpresa relativa que le funcionó. «Ni le ha tosido», resumió el gran maestro español Pepe Cuenca. Lo malo de esta apertura es que es tan sólida que da muy pocas oportunidades para ganar con negras. Con ella,el aspirante hacía una declaración de intenciones: los anteriores aspirantes se derrumbaron en las partidas rápidas de desempate, pero conmigo no va a ser tan fácil. En esta guerra psicológica que es siempre un duelo así, cualquier detalle tiene su importancia.
Lo cierto es que la cuarta partida ha sido la menos reñida y la segunda consecutiva sin mucha chicha. Por primera vez, los dos grandes maestros realizaron muchos movimientos sin necesidad de pararse a pensar, esta vez sin faroles ni engaños. Pasada la jugada 20, se veía que Carlsen, sobre todo, seguía jugando de memoria. Nepo se clavó a pensar unos pocos minutos en la 21. Todo tenía pinta de liquidación general de existencias, ya sin damas ni alfiles en el tablero, pero contra Carlsen hasta en las posiciones más sencillas hay que tener un cuidado extremo. Te dejas una astilla sin barrer y el noruego te organiza un incendio.
A todo esto, a los comentaristas les sigue llamando la atención las frecuentes visitas de Nepo al servicio o a su área de descanso. «Es un poco raro», decía el holandés Anish Giri, que comenta en Chess24 con Judit Polgar. Por algo parecido (o no) se montó una buena en el Mundial que Kramnik ganó a Topalov, que además fue la última vez que un ruso ganó la corona. El ‘toiletgate’ fue un escándalo mayúsculo, aunque nunca se probó nada. Esta vez se juega en Dubái y no en Rusia, por otro lado, pero como arma psicológica quizá sirva para algo.
Para cuando Carlsen también se paró a pensar, más allá de la jugada 30, e incluso antes, la posición desprendía un tufo a tablas que tiraba de espaldas. El número uno pensaba en busca de alguna posibilidad. Resistió durante varios movimientos la posibilidad de forzar el empate por triple repetición de jugadas, pero llegó un momento, cada vez con menos tiempo en su reloj, en que la cabezonería empezaba a resultar peligrosa. En la jugada 33, se rindió a la evidencia y aceptó las tablas.
Rueda de prensa relajada
Nepo no negó que estaba satisfecho con haber igualado tan fácil con negras: «Desde el momento en que juego la Petrov –como se conoce también a la defensa rusa–, lo estoy»., admitió. «La clave era no mezclar las ideas ni hacer nada estúpido, porque hasta donde sé, esta línea en general es bastante segura».
Una de las cosas buenas de este duelo, en las partidas duras y en las maduras, es que el ambiente en las ruedas de prensa posteriores es bastante relajado y los jugadores hacen gala de su humor. Así, a Carlsen le preguntaron si compartiría un trozo de la tarta de su cumpleaños con Nepomniachtchi, y esta fue su respuesta: «Con la historia de los duelos por el Campeonato del Mundo, no creo que debas aceptar nunca nada de comida que venga del equipo contrario».
Por Federico Marín Bellón
fuente: https://www.abc.es/deportes/abci-carlsen-no-como-romper-muro-202111301700_noticia.html
