Las siete cosas que debes hacer para recuperarte si te has pasado comiendo

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Cada año igual. Te has pasado y lo sabes. No lo has podido evitar con tanta reunión, días festivos, celebraciones… En apenas dos semanas (algo más si contamos las cenas de empresa -para el que las haya tenido- y otros encuentros previos) tu cuerpo ha ingerido mucha más comida y bebida de la que necesita y, seguramente, no siempre de la mejor calidad nutricional.

Ahora llega el momento de pasar por un proceso que nos prepare para el nuevo año y nos ayude a sentirnos mejor. Un reseteo o un ‘apagar y encender’ que nos sirva para sentirnos mejor. Porque, tal vez no lo notemos ahora más que en el perímetro de nuestra cintura o en que los vaqueros nos aprientan más de la cuenta, pero una sobrecarga de azúcares, toxinas (sí, el alcohol cuenta como una) y calorías vacías da paso irremediablemente a una mayor sensación de cansancioestrésbajada de las defensas (y con ella posibles problemas respiratorios o dermatológicos), malas digestiones…

Es el momento de iniciarse en algunos hábitos saludables (o retomarlos, si ya los teníamos) que pueden servir aquí como plan de choque, pero que también podemos incorporar a nuestra dieta habitual durante el resto del año. Puedes adoptarlos todos o solo algunos de ellos:

1. Tu cuerpo es un templo

Elimina por completo, al menos durante dos semanas, todo lo que no sea natural: alcohol, medicamentos, azúcares, fritos, ultraprocesados…

2. Prima lo vegetal

Algunas de las verduras más adecuadas son la remolacha, la col rizada ( kale), la coliflor, las coles de Bruselas y las espinacas. Ayúdate también de la papaya, una de las frutas más digestivas, así como de peras, uvas y manzanas. El jengibre, la pimienta negra y la canela son otros de tus grandes aliados para ayudar a mejorar las digestiones y quemar los excesos. Puedes combinarlos entre sí en ricas ensaladas o smoothies, o hacerlos parte de tus platos favoritos.

3. Practica el ayuno

Aunque de entrada pueda parecer complicado, puedes tratar de ayunar un día a la semana (los beneficios están más que probados, por algo se practican tradicionalmente en muchas culturas como se recoge en la Cuaresma o el Ramadán). Ese día trata de ingerir solo agua, agua con limón y, si lo necesitas, una cucharada de miel. Otra modalidad es practicar el ayuno de manera intermitente: adelanta la cena y retrasa el desayuno para que haya unas 15 ó 16 horas entre uno y otro. Durante el ayuno no solo se reducen los niveles de insulina y azúcar en la sangre, sino que también se ha comprobado que su práctica ayuda a limitar el crecimiento de las células cancerígenas y mejora los niveles de colesterol.

Te resultará útil también tomar agua templada en ayunas, en cuanto te levantes pues eso contribuirá a mejorar el tránsito intestinal.

4. Masaje abdominal

Haz círculos con tus manos presionando ligeramente sobre la zona de la tripa. Has de hacerlo en el sentido de salida del intestino grueso (al contrario que las agujas del reloj si miramos desde arriba). Estarás ayudando a los movimientos peristálticos a fluir.

5. Muévete

Caminar ya es un buen ejercicio, así como tablas sencillas de pilates, yoga o estiramientos. El cuerpo que se mueve está trabajando y eliminando toxinas a través del sudor y de la energía liberada.

6. Cuida tu boca

Todos nos lavamos los dientes, puerta de entrada a nuestro organismo de componentes beneficiosos y dañinos. Pero, ¿y la lengua? Aunque no lo sepas, en ella se acumulan muchas toxinas, así deberías rasparla suavemente una vez al día para eliminarlas. Mejor si lo haces antes de desayunar, para evitar que entren en el cuerpo las impurezas acumuladas durante la noche.

7. No olvides tu mente

El más difícil todavía, en estos tiempos, es el reseteo tecnológico. Seguramente no puedes dejar de trabajar con los dispositivos, pero trata al menos de evitarlos mientras comes o en tus ratos de descanso por unas semanas y recuerda sacar el móvil de tu habitación mientras duermes. Ponte límites y cúmplelos, verás como te sirve para aliviar el estrés y descansar mejor, lo que a su vez redundará en un mejor estado general.

Lo notarás en el peso, sí, pero eso no es lo más importante. También verás cómo la tensión se regula a la baja, la piel está más luminosa, las defensas más activas y las funciones cerebrales (concentración, memoria, agudeza…) mucho más alerta. ¿Dispuestos para el gran propósito de año nuevo?

Fuente: ABC

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