El consejo de un experto para que tu hijo pequeño no sea un «cóctel explosivo» en la adolescencia

Entrevista a Rafael Bisquerra, experto en educación emocional y presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar

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La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y la Asociación Española para la Investigación y el Desarrollo de la Terapia Familiar (AEI+DTF) celebra del 22 al 24 de febrero el congreso internacional ‘Prevención y tratamiento familiar para la mejora de la salud mental infantojuvenil‘, en el que se dan cita expertos y profesionales en el campo de la salud mental familiar para debatir y analizar las diversas problemáticas que afectan el bienestar emocional de las familias.

Entre ellos, se encuentra Rafael Bisquerra, presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), que aboga por este tipo de educación como prevención en la salud mental familiar. Y es que «la ignorancia de lo que nos pasa por dentro y la incapacidad para gestionar las emociones tienen como consecuencia el aumento de probabilidades de ansiedad, estrés, depresión, ‘burnout’, violencia, suicidios, consumo de drogas, etc.«, asegura en esta entrevista.

Y en esta tarea educativa tan complicada, en la que tanto la escuela como la familia han de estar presentes, están los límites, fundamentales para que los hijos aumenten la tolerancia a la frustración porque la educación emocional no consiste en dejar hacer a los niños lo que quieran.

-¿Por qué es tan importante la educación emocional?

Porque es una respuesta a necesidades sociales que no están suficientemente atendidas. Entre ellas, los elevados índices de ansiedad, estrés, depresión, ‘burnout’, violencia (de género, acoso escolar, juvenil), ideación suicida, suicidios, consumo de drogas, comportamientos de riesgo, etc. Si nos fijamos en nuestro entorno y en las noticias que aparecen en los medios de comunicación, encontramos continuamente manifestaciones del analfabetismo emocional.

– Venimos de generaciones analfabetas emocionalmente. ¿Cómo hacemos para enseñar esta educación a los hijos?

– La educación emocional debería iniciarse desde nueve meses antes del nacimiento. La ansiedad que puede sufrir una mujer embarazada genera cortisol que, por el cordón umbilical, pasa al feto y va tener efectos a largo plazo. Es lo mismo que el consumo de drogas. Costó mucho que las mujeres embarazadas dejaran de fumar, beber alcohol y consumir drogas. Ahora hemos de trabajar para unos embarazos favorables con emociones satisfactorias. Esto requiere práctica de técnicas de ‘remind’ (relajación, respiración consciente, meditación, mindfulness) que deberían practicarse a lo largo de toda la vida por parte de todas las personas. Y esto es solamente una de las técnicas posibles. Otras son: grupo de discusión (‘focus group’), modelado, diario emocional, regulación de la ira, escucha empática, entrenamiento asertivo, gestión de conflictos, gestión del estrés, imaginación emotiva, visualizaciones, dinámicas de grupos, lectura emocional, técnica del semáforo, técnica de la tortuga, técnica NEMO, técnica de la silla vacía, desarrollo de la resiliencia, prosocialidad, comunicación no violenta (CNV) y un largo etcétera. Una regla básica es: aplicarnos a nosotros mismos primero lo que queremos que aprendan nuestros hijos.

-¿Sólo depende de las familias?

La educción emocional debería ser un proyecto compartido entre los centros educativos y las familias. Desde los primeros se debería facilitar la formación de las familias y éstas deberían formarse a través de los medios a su disposición. Para contribuir a la formación y difusión de la educación emocional se ha creado la RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar).

«Es básico que los padres se apliquen primero a ellos mismos lo que quieren que aprendan sus hijos»

– Tanto niños como mayores han de ser conscientes de las emociones que experimentan. ¿Qué pasa si no las queremos ver o no las sabemos gestionar?

– La ignorancia de lo que nos pasa por dentro y la incapacidad para gestionar las emociones tienen como consecuencia el aumento de probabilidades de ansiedad, estrés, depresión, ‘burnout’, violencia, suicidios, consumo de drogas, etc. Aquí reside uno de los grandes males de la humanidad.

-¿Eso es incompatible con experimentar enfado o rabia?

Todas las personas tienen derecho a experimentar rabia, enfado, ira, indignación. Es más, inevitablemente van a experimentar estas emociones. Pero de esta inevitabilidad no debería derivar jamás ningún tipo de violencia. Esto es regulación emocional. La regulación de la ira como estrategia para la prevención de la violencia debería ser uno de los objetivos fundamentales de todos los sistemas educativos del mundo. Solamente esto, ya justificaría la importancia y necesidad de la educación emocional.

– ¿Cómo enseñar a nuestros hijos a ser resilientes teniendo en cuenta que desde bien pequeños para ellos todo es un drama, se enrabietan…?

Es importante aprender a afrontar las adversidades y las crisis. Inevitablemente las vamos a experimentar en nuestra vida. Hemos de aumentar la tolerancia a la frustración. Algunas de las técnicas citadas anteriormente se proponen estos objetivos.

-Mucho se habla de la salud mental en los últimos tiempos. ¿Estamos tan mal?

Cuando se habla de salud mental, en general se está pensando en enfermedades mentales. La mayoría de ellas son trastornos emocionales, principalmente ansiedad, estrés, depresión, etc. Los índices de prevalencia son elevadísimos. El consumo de ansiolíticos, antidepresivos, tranquilizantes y somníferos es enorme. Son los medicamentos más consumidos en el mundo. Un porcentaje alto de adolescentes empieza a consumirlos a partir de los 12 años. La mejor forma de promocionar la salud mental es a través del desarrollo de competencias emocionales. La educación emocional tiene como objetivo el desarrollo de competencias emocionales.

– ¿Cómo puede la educación emocional actuar como un agente de prevención en la salud mental familiar?

Con formación para conocer mejor nuestras emociones, para regularlas de forma apropiada (ni reprimirlas, ni permitir el descontrol) y para construir el bienestar personal y social.

«La mejor forma de promocionar la salud mental es a través del desarrollo de competencias emocionales»

– Padres y madres hoy día viven bajo el estrés constante. ¿Cómo afrontar esta vida desde la inteligencia emocional?

Para afrontarlo necesitamos un cambio de paradigma: tener una buena agenda y planificar el tiempo; alimentación sana; nada de consumo de sustancias; actividad física a diario (como mínimo una hora); descanso necesario; tener objetivos asumibles y practicar ‘remind’. Hacer consciente el bienestar, a pesar de todo.

– ¿Por qué es importante poner límites?

Es esencial en la educación. Una vida sin límites sería un caos. Se ha observado que a los niños que de pequeños no les ponen límites, cuando llegan a la adolescencia pueden ser un cóctel explosivo.

– ¿Saben las familias y educadores ponerlos? 

Poner límites supone un trabajo emocional. Es más fácil no ponerlos. No nos enseñan a educar a nuestros hijos. No nos enseñan a gestionar nuestras emociones. Todo esto remite a la necesidad de sensibilizarnos sobre la importancia de formarnos sobre estos temas para nuestro propio bienestar.

– Cuando los niños son pequeños, aún ‘les controlas’ -digamos- . Pero cuando son más mayores, padres y madres piensan haber perdido el control sobre ellos. Se vuelven más esquivos, agresivos o violentos. ¿Esto se puede prevenir? Porque has hablado de que aprender a regular la ira es importante para prevenir la violencia.

Hay que desarrollar desde pequeños la empatía, la responsabilidad y entender que el bienestar se construye. No hay que confundir alegría con bienestar o felicidad. Esta es una confusión muy habitual.

– Dices que si nos lo proponemos, podemos ser felices. A muchos les cuesta creer esta frase… ¿podrías explicarla?

Mucha gente confunde alegría con felicidad. La alegría es una experiencia emocional intensa pero de breve duración. La felicidad es una experiencia menos intensa que la alegría, pero puede ser de más larga duración. La felicidad tiene más que ver con el equilibrio, la armonía, la paz interior, el bienestar emocional, a pesar de todo. La alegría depende de factores externos. La felicidad es el resultado de un trabajo interior que muchas veces requiere la capacidad para diferir gratificaciones inmediatas en favor de otras de orden superior pero más a largo plazo. Se aprende a ser felices así como se aprende a amar. Amor y felicidad son emociones complejas. Ambas son resultado de un proceso de aprendizaje. La educación emocional se propone que todas las personas aprendan a amar y a ser felices.

Fuente: ABC

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