«Harry es frágil y ha acabado bajo las órdenes de Meghan»

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Año 1997. Tras la muerte de Diana, la familia real británica se sumió en un anodino segundo plano. Según Tina Brown, autora de The Diana chronicles, su graciosa majestad dejó claro que lo sucedido no tenía que repetirse jamás. Traducción de ‘lo sucedido’: que la institución se viera eclipsada por alguien que no fuera la reina. Un cuarto de siglo después del fallecimiento de Diana, la autora, de 68 años, vuelve a diseccionar a la familia real en Los papeles de palacio: los entresijos de la Casa de Windsor. La obra es el producto de dos años de trabajo, con 120 entrevistas a personas muy cercanas a los royals.

Brown apunta que el año está siendo movidito para la familia real. Los duques de Cambridge acaban de volver de una gira por el Caribe que ha terminado de mala manera, entre acusaciones de arrogancia neocolonial. Harry y Meghan han establecido su propia corte en California, al tiempo que el hijo menor de Diana se dispone a publicar unas memorias «tan sinceras como descarnadas». Por su parte, la reina, frágil de salud, ha perdido al duque de Edimburgo; y Andrés, el duque de York –quien ha levantado una nueva polémica al acompañar a su madre al servicio fúnebre por el príncipe Felipe–, se ha fundido doce millones de libras en un acuerdo extrajudicial para poner fin a la famosa querella por abusos sexuales.

alternative textCronista mordaz. Tras una trayectoria fulgurante al frente de grandes cabeceras, la periodista Tina Brown se ha embarcado en una segunda carrera profesional: la de observadora de la familia real inglesa.GETTY IMAGES

«Lo de Andrés clama al cielo –estalla la periodista–. Un personaje de palacio ayer mismo me contó lo afectada que ha dejado eso a la reina. Va a matarla del disgusto. Este indeseable cubre de lodo a la familia». Para la periodista, salta a la vista que el duque está maniobrando para volver a la vida social y, aunque el príncipe de Gales y Guillermo están horrorizados ante esa posibilidad, el problema tiene difícil solución. «¿Qué pueden hacer para perder de vista a este hombre de 62 años que goza de buena salud? ¿Encerrarlo en una mazmorra?».

El comentario dice mucho sobre Tina Brown: fuentes privilegiadas, erudición, humor mordaz… Tras una trayectoria fulgurante al frente de grandes cabeceras, la periodista se ha embarcado en una segunda carrera profesional: la de observadora de la familia real inglesa. Y lo hace a la perfección. Antes de esta nueva aventura se las arregló para insuflar nueva vida a la revista británica Tatler, luego hizo lo mismo con Vanity Fair. Y repitió con The New Yorker.

«Estoy convencida de que los británicos van a sufrir una crisis nerviosa nacional a la muerte de la reina –asegura–. Va a ser duro, pero soy optimista sobre Carlos, más que la mayoría. Será como un abuelo para el país. La gente va a sentirse unida a él porque es auténtico; su defensa del medioambiente no es producto de un relaciones públicas de palacio. Además, Camila tiene naturalidad y le aconseja. Tiene una increíble inteligencia emocional y sabe pararle los pies cuando se da humos. A veces es dura con él, pero siempre con cariño y humor. Le aporta equilibrio».

Guillermo, favorito del pueblo

Brown agrega que el rey Carlos está obligado a modernizarse, «lo que no es moco de pavo, porque está chapado a la antigua, pero hay muchas cosas que cambiar. El momento es peliagudo, pero eso no implica que la monarquía no pueda seguir en pie». Un reciente sondeo de opinión indica, sin embargo, que la mayoría de los británicos preferiría que Guillermo fuera el sucesor. «Es evidente que Guillermo y Kate despiertan mayores expectativas –reconoce–. Pero también que se verían obligados a reinventar la monarquía y les será más fácil si Carlos asume algunos de los costes de esa transformación tan necesaria. Después de una soberana tan imponente como Isabel hará falta un periodo de transición. ¡Ojo! No conviene que Carlos se eternice en el trono. Si la transición dura lo que tiene que durar, saldrá bien». Eso sí, «a Diana se le revolverían las tripas de pensar en la reina Camila, eso seguro –indica Brown–. Pero han transcurrido 25 años, la reina es pragmática y hace lo posible por facilitarle las cosas a su hijo; por eso hizo esas declaraciones, que pillaron a unos cuantos con el pie cambiado».alternative textLa pesadilla de Diana. «A Diana se le revolverían las tripas de ver a Camila reina, eso seguro», señala Brown. En la foto: las consortes de Carlos, juntas, en 1980.GETTY IMAGES

Brown agrega que los hijos de Diana tienen opiniones dispares al respecto. «Guillermo lo acepta, sabe lo que Camila significa para Carlos. ‘Mi padre quiere a esta mujer, es lo que hay’, se dice. Y no plantea objeción. Harry, por su parte, no puede ni verla, no quiere que sea reina y está que trina. No asimila la situación… y dudo que lo haga».

Las relaciones entre los hermanos «son pésimas», en palabras de Brown. «Mis fuentes aseguran que no se hablan». Recordemos que Guillermo y Harry estaban muy unidos, hasta que el segundo dejó el Ejército. En ausencia de la disciplina militar, «Harry empezó a dar bandazos» y las cosas se torcieron. «Lo cierto es que Harry siempre fue más carismático, por eso hubo que mantenerlo en segundo plano. Siempre estuvo interesado en África y en el medioambiente, pero Guillermo también lo estaba, así que Harry se veía condenado al papel de comparsa. El problema fue agudizándose. Guillermo tenía claro su destino. Harry no. ‘¿Quién voy a ser? ¿El nuevo tío Andrés?’, se preguntaba».

«Harry no acepta que Camila sea reina, no puede ni verla. Está que trina. No acepta la situación… y dudo que lo haga»

«Harry es un muchacho muy inseguro y frágil, con un temperamento tirando a explosivo, que nunca llegó a asimilar la muerte de su madre y luego llevó una vida algo caótica». Además, Harry adoraba a Kate, dice nuestra entrevistada, pero después de que Guillermo se casara con ella «pasaron a ser la parejita perfecta y Harry comenzó a sentirse como Bridget Jones».https://56509a5f5dad56341a15897f0cea76a5.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

A su modo de ver, la deserción de Harry –un Spencer con la sangre caliente, lo mismo que su madre– supone una pérdida considerable para la Casa Real y para su hermano en particular. «Una persona que lo conoce me dice que todos hablan de lo mucho que Harry necesitaba a Guillermo, lo que es verdad, pero Guillermo también necesitaba a Harry. Harry no tenía reparo en reírse de su hermano, en mantenerlo anclado a la realidad. Lo que para Guillermo era fundamental, según me cuentan. Existía el riesgo de que Guillermo empezara a darse aires y Harry no le dejaba pasar una en ese sentido».

Harry, en la cacharrería

La ruptura entre los hermanos –acentuada tras la entrevista con Oprah Winfrey, cuando Meghan insistió en que Kate Middleton la hizo llorar antes de su boda– es colosal. «Harry hizo las cosas de forma tan catastróficamente desconsiderada que los indignó a todos. Se comportó como un elefante en una cacharrería a la hora de negociar su marcha de la Casa Real. ¿Qué es eso de montar un portal comercial sin que la reina haya dado su consentimiento? Se las arregló para que todos le dieran la espalda. Y lo malo es que ahora está pagando el precio… También Inglaterra, la verdad. Harry y Meghan estaban destinados a ganarse el corazón de los países de la Commonwealth. No entendieron que la reina estaba dándoles una plataforma con magníficas expectativas. No fueron pacientes, no vieron la situación a largo plazo, y echaron todo a perder».

Tina Brown llega a una provocadora conclusión: aunque los tres herederos del trono son varones, las mujeres son las auténticas salvadoras de la monarquía

No pasa una semana sin que el californiano duque de Sussex ponga una querella a algún medio británico. Brown opina que «no cesa de meterse en avisperos» empujado por el despecho. «Harry tomó la decisión de no entrar en componendas con una prensa que, a su juicio, fue la responsable de la muerte de su madre, arruinó su vida y la de Meghan. Y no anda desencaminado». En The palace papers, Tina Brown describe el seguimiento con técnicas de espionaje que la prensa inglesa estuvo haciendo del joven príncipe durante años, hasta desquiciarlo. «Pero entrar en guerras con los medios es perder –afirma Brown–. Y, por desgracia, Meghan es tan cabezota como Harry. Los Sussex se retroalimentan, viven y creen que todos están contra ellos. Un desastre».

El nuevo libro incluye una descripción pormenorizada de Meghan. «Al tiempo que se convertía en un personaje mundialmente famoso con su noviazgo, Markle estaba obligada a la discreción exigida por la Corona. Pero no lo entendió. Era actriz y daba por sentado que su transformación en superestrella le permitía hacer de su capa un sayo. Pero si estás casada con el sexto en la línea sucesoria, por muy superestrella que seas, en la familia real eres una secundaria».

«Harry tomó la decisión de no entrar en componendas con una prensa que, a su juicio, fue la responsable de la muerte de su madre, arruinó su vida y la de Meghan. Y no anda desencaminado»

En su libro cuenta una anécdota reveladora. Cuando aún eran novios, un día Meghan dijo que quería «salir a correr por las aceras, pero ya». Esto causó consternación en la corte, donde tienden a considerar que los glaciares avanzan con rapidez excesiva. «Meghan se decía que, una vez dentro, podría cambiarlo todo –reflexiona Brown–. Y habría podido cambiar muchas cosas de haber perseverado. Pero su impaciencia lo echó todo al traste. Entiendo que para una americana más o menos famosa de 35 años la vida en palacio tuvo que ser una pesadilla. Meghan tenía ideas propias. Y sospecho que muchas eran constructivas… pero estaba obligada a manejarse con una cultura palaciega esclerótica. Y a vivir en una jerarquía».

¿Qué opina sobre las acusaciones de racismo formuladas por los Sussex? «Estoy segura de que Meghan se sentía muy sola en palacio, donde solo el ocho por ciento del personal es de raza no blanca. Todas las demás mujeres de la familia son blancas y han estudiado en los mismos colegios. Meghan no tenía con quién sincerarse, nunca llegó a sentirse aceptada. Estaba acostumbrada a que los medios de comunicación la trataran con deferencia. Y se encontró con artículos como uno del Daily Mail donde la describían como una tiparraca crecida en un problemático barrio negro lleno de criminales, metiéndose con su propia madre de propina. Y no era verdad. Este tipo de artículos hicieron mella. Y en palacio no comprendieron lo hirientes que resultaban».

«Meghan se encontró con artículos como uno del ‘Daily Mail’ donde la describían como una tiparraca crecida en un problemático barrio negro lleno de criminales, metiéndose con su propia madre de propina. Y no era verdad»

Brown considera que los Sussex «tienen una querencia por el melodrama cercana a la adicción». Harry se dice que en su día no pudo salvar a su madre, pero que hoy puede salvar a Meghan. Lo que es conmovedor, pero también muy destructivo. «Por otro lado, sorprende que cada vez que los royals se someten a una entrevista la lleven de forma tan desastrosa. Carlos al hablar con Jonathan Dimbleby; Meghan y Harry, con Oprah… Cada entrevista es un nuevo bombazo destructivo. Si Harry albergaba la esperanza de hacer las paces con la familia, la entrevista con Oprah hizo trizas esa posibilidad. Para rematarlo, anuncia que está escribiendo unas memorias. ¿Memorias? A ver, un momento, ¡el hombre que se queja de no tener privacidad no para de dar entrevistas!».

Para Brown, la autobiografía de Harry puede convertir el jubileo en un nuevo annus horribilis. «A Guillermo le disgustaron las críticas de Meghan hacia Kate, porque su mujer no puede contestar. Pero no va a ser nada en comparación con el disgusto que va a llevarse cuando salga el libro. Porque dudo que Harry se meta con la reina, que es sacrosanta. Ni con Kate, a la que tiene en gran estima. Pero sí con Carlos y Camila y, posiblemente, con Guillermo. Será un nubarrón en la relación con su hermano».

¿Habrá reconciliación?

Brown abunda: «Harry es una persona tan necesitada en el plano emocional que ha terminado por ponerse a las órdenes de Meghan. Y el resultado es que su personalidad se ha transformado por completo, para tristeza de muchos que lo conocen. Y no sé cómo terminará la cosa. Quizá –bromea la autora– un día despertará, saldrá huyendo y se irá a tomar unas cervezas en el pub con los amigos de siempre».

En The palace papers, Tina Brown llega a una provocadora conclusión: aunque los tres herederos del trono son varones, las mujeres son las auténticas salvadoras de la monarquía. «Kate es una mujer moderna dispuesta a cambiar cosas. Se fijó a Guillermo como meta a conseguir a largo plazo y acertó de lleno. Camila, en su día, hizo otro tanto con Carlos. Y a costa de un verdadero martirio, pues la vilipendiaron. En la Casa Real solo tienes éxito si te marcas objetivos a largo plazo», insiste.

Al final, Tina Brown alberga la esperanza de que Harry, Guillermo y Carlos lleguen a reconciliarse. «Cuando la reina muera, el impacto emocional hará que todos se dejen de nimiedades y estén por lo que de verdad importa: la institución monárquica. Harry no va a quedarse sentado junto a la piscina en Montecito mientras el pueblo británico llora. Se sentiría abrumado por los remordimientos en caso de no sumarse, y es de esperar que Carlos y Guillermo aprovechen la ocasión para que vuelva con ellos».

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