La conducta suicida, principal motivo de petición de ayuda de los menores por primera vez en casi 30 años

Por primera vez desde que se puso en marcha el Teléfono ANAR de Ayuda a Niños, Niñas y Adolescentes en 1994, el bloque de los problemas de salud mental supera al de la violencia

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La Fundación ANAR, entidad sin ánimo de lucro fundada en 1970 que se dedica a la promoción y defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, ha presentado esta mañana datos demoledores en su último su Informe Anual 2022 del Teléfono/Chat ANAR. Se trata de una radiografía de las preocupaciones principales de los menores en función de sus peticiones de ayuda solicitadas a esta organización.

En concreto, durante 2022 la Fundación recibió 217.693 peticiones de ayuda, de las cuales 17.896 eran casos graves que necesitaron orientación psicológica, jurídica o social. Esta última cifra casi se ha duplicado en los últimos seis años.

Según Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, «se han realizado 4.923 intervenciones urgentes en situaciones de riesgo y extremas, como intentos de suicidio iniciados, agresiones sexuales, maltrato físico…, que suponen una media de 13 al día, cuando hace seis años no llegaban a tres diarias. Además, se han llevado a cabo 74.428 derivaciones a recursos profesionales de protección del a menor de edad (204 al día) por parte de nuestros departamentos Jurídico y Social.

Por primera vez desde que se puso en marcha el Teléfono ANAR de Ayuda a Niños, Niñas y Adolescentes en 1994, «los problemas de salud mental superan al de la violencia, representando casi la mitad de las consultas realizadas por menores de edad (45,1%); y la conducta suicida se convierte en el principal motivo de llamada por parte de estos, con un 17,5% del total de sus peticiones de ayuda. Tan solo el año pasado hemos atendido 7.928 consultas por ideación suicida e intentos de suicidio, que representaron 4.554 casos en los que ANAR salvó la vida a niños y adolescentes».

Incidió en que solo el 20% de los adultos ha solicitado la ayuda de la fundación cuando ha percibido estos problemas en algún menos. «Es decir, aún no sabemos identificar este sufrimiento en los niños, ni siquiera en familia protectora. En algo estamos fallando», advirtió. «Los menores de edad se sienten solos y no tienen la capacidad de pedir ayuda en muchas ocasiones. Debemos ser los adultos quienes estemos alerta, detectemos las señales de peligro como pueden ser la ansiedad, tristeza, depresión, trastornos de alimentación, soledad, baja autoestima, menor rendimiento en los estudios, cambios bruscos de su personalidad…».

Los problemas de salud mental, por tanto «crecen de manera significativa, destacando entre ellos la conducta suicida, que en la última década se ha multiplicado por 34,8 (tasa de crecimiento del 3.376%). Le siguen las autolesiones, ansiedad, tristeza/depresión y trastornos de la alimentación (estos últimos se incrementan un 291%)».

Según Diana Díaz, «no solo nos preocupa la consulta suicida, también la baja autoestima, aspecto fundamental de la personalidad en la adolescencia, que no solo se relaciona con problemas de imagen, sino con la incapacidad de no sentirse capaces ni valiosos, con tener complejos y seguir hábitos peligrosos de alimentación influidos por modelos ideales que ven en las redes sociales. Igualmente sus habilidades sociales se debilitan por las dificultades, por aislamiento y la soledad porque tienden a no relacionarse con la familia ni con sus iguales, pero sí con el mundo tecnológico».

Benjamín Ballesteros, director técnico de la Fundación ANAR y portavoz, insistió en que es muy preocupante el uso de la tecnología de nuestros niños a muy temprana edad. «Con solo 8 años ya es el regalo estrella de la Primera Comunión. Las familias no se percatan que de esta forma favorecen que accedan a información que si no es controlada puede dañarles de gran medida. Hace falta llamar la atención sobre la necesidad de legislar en este terreno, no solo a través del control parental en los hogares, también la sociedad debe ayudar a regular este uso e información no adecuada para los menores. No olvidemos que un niño cuando está triste puede contactar con otros a través de internet que le explican cómo autolesionarse aumentando así las posibilidades de que acabe con su vida. Del mismo modo, las agresiones sexuales y las agresiones en grupo aumentan porque acceden a pornografía a edades tempranas y les aleja de tener empatía con la víctima. Normalizan comportamientos que no lo son. Con el acoso escolar ocurre los mismo. La tecnología atraviesa de forma transversal todos estos problemas. Hablamos de niños que usan una media de 3 o 4 horas estas herramientas que, además, interfieren en su sueño, y les hace ser agresivos si se les quitan las pantallas. Las familias no son conscientes de que determinados accesos les perjudican, al igual que determinadas series o el reguetón que escuchan. Tenemos que hacer una labor educativa por el grave prejuicio que les provoca».

Destacó Diana Díaz que igualmente, los casos de autolesiones se han multiplicado por 45,7 en esta década (con una tasa de crecimiento en los últimos once años de 4.468%), pasando de 71 casos en 2012 a 3.243 en el año 2022, son un fenómeno íntimamente relacionado con los intentos de suicidio, por su alta probabilidad de desenlace fatal cuando los niños y adolescentes cambian de procedimiento«.

Tampoco desciende la violencia ejercida contra los menores de edad en sus distintas manifestaciones. Sigue siendo el principal motivo de llamada de los adultos que contactan con ANAR (en seis de cada diez consultas) y ocupa el segundo puesto en las peticiones de ayuda de niños, niñas y adolescentes (34,7%).

La violencia de género sigue creciendo de manera continuada desde hace 13 años (se ha multiplicado por 16,5), con 3.471 casos registrados por ANAR en 2022. El tipo de violencia de género que más crece (asciende a un 13,2%) es la que se ejerce contra adolescentes. Y resulta especialmente preocupante que el 47,5% (3,9% más respecto a 2021) de ellas no era consciente del problema; es decir, no admite estar siendo víctima de este tipo de violencia a juicio del psicólogo orientador del Teléfono/Chat ANAR. Diana Díaz aseguró que el 58,2% de los adultos ve este tipo de violencia. «Es más, la violencia siguen siendo una pauta educativa en los hogares españoles».

«¿Qué hubiera pasado si no nos hubieran pedido ayuda todos los niños que nos han llamado», se preguntaba directora de las Líneas de Ayuda ANAR. «Les hemos podido salvar. La media de atención con ellos es de 50 minutos, les acompañamos en un momento de trance. Gracias a los psicólogos han verbalizado su angustia y sufrimiento y, después de la emergencia, les hacemos seguimiento».

Según los datos del informe son los menores de 10 y 11 años y mayoritariamente los adolescentes de 13 a 17 los que más solicitan ayuda. En 7 de cada diez casos son mujeres, al varón le cuesta más solicitar ayuda. Suelen llamar a todas las horas y los menores han aumentado no solo en la tarde, sino también por la noche.

Sonsoles Bartolomé, responsable del departamento jurídico del Teléfono Anar, destacó que las peticiones de ayuda se atienden por tres niveles según la complejidad. «El primero es la orientación psicológica para buscar alternativa o solución al menor apoyándonos en su familia. Si no es posible, y es necesario ayuda profesional, derivamos el caso a recursos sanitarios, judiciales, policiales… que sean necesarios. El tercer nivel son los más graves —menores en riesgo por abandono, maltrato…— y que no tienen adultos de protección, bien porque sean los propios causantes o negligentes en esa situación».

Explicó que se realizan 204 derivaciones al día, un incremento del 24%. «La media diaria es de 13 intervenciones al día, aumento del 15% respecto al año anterior».

Fuente: ABC

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