Futbolistas convertidos en prostitutos y mendigos a la fuerza

La Guardia Civil libera en Cádiz a siete jóvenes suramericanos traídos con la promesa de fichar en equipos de fútbol y obligados a ser esclavos sexuales para poder comer

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Los esclavos sexuales no tienen solo rostro femenino. Los explotadores prefieren mujeres pero no desaprovechan ninguna oportunidad, como acaba de demostrar la Guardia Civil en la operación «Promises». Los agentes han liberado a siete hombres de origen suramericano que estaban siendo explotados en un piso en mitad de la nada en Prado del Rey (Cádiz). Los mantenían en condiciones infrahumanas y se veían obligados incluso a mendigar para poder comer. Eran futbolistas en su país y llegaron a España con la promesa de un trabajo bien remunerado, una ficha en un equipo, acorde con su cualificación profesional, que nada tiene que ver con la sordidez a la que los abocaron.

La Guardia Civil ha detenido a tres individuos por estos hechos. Los siete jóvenes liberados –uno de ellos menor de edad- fueron captados mediante engaño por la organización en sus países de origen. La organización enviaba sus captadores a diferentes lugares de Sudamérica con el objetivo de reclutar jóvenes en buena forma física para jugar al fútbol. Una vez contactados, les prometían un futuro de éxito cuando llegaran a España, siempre relacionado con las profesiones que tenían allí y en las que destacaban.

Estas tareas de captación se realizaban mediante el engaño y con los avales de una serie de contactos y relaciones que permitirían a sus víctimas remediar las carencias económicas de sus familias. Para evitar sospechas en origen, la organización obligaba a las víctimas a pagarse el viaje a España, con el compromiso de que recuperarían el importe muy rápido con los trabajos que harían ya en nuestro país.

Las familias de los siete jóvenes llegaron incluso a recurrir a prestamistas –con cobros de intereses desorbitados- para pagar el viaje.

Cuando las víctimas ya estaban en España, los recogían en el aeropuerto y los trasladaba hasta Prado del Rey (Cádiz), donde les retenían su documentación y les quitaban el dinero que llevaban consigo para controlarles en todo momento.

Para facilitar el control que ejercían sobre ellos, los tenían hacinados en una sola vivienda y sólo les permitían relacionarse entre ellos, manteniéndolos en la más absoluta indigencia. «Tenían que mendigar para comer», explica un portavoz de la Guardia Civil. Ocho hombres jóvenes que apenas tenían comida. El frigorífico estaba vacío y los alimentos bajo llave en cómodas y en un armario a disposición solo del controlador.

Ante esta situación, la alternativa que la organización les ofrecía era participar en un chat de contactos homosexuales, que era gestionado y controlado por el líder de la organización. «Ni siquiera tenían esa inclinación sexual», señala el portavoz. Les obligaron a trabajar incluso durante el confinamiento.

Los encuentros sexuales se producían en distintas localidades de la provincia de Cádiz, a las que el tratante llevaba a la víctima, y la controlaba desde las inmediaciones. En cuanto cobraban les quitaban el dinero. Una vez que la víctima había participado en alguno de estos encuentros, era amenazado con trasladar esta información a sus familiares en Sudamérica, consolidando la posición de dominio y abuso de situación de superioridad.

La liberación ha sido llevada a cabo por el Equipo de Delitos contras las Personas de Cádiz. Los jóvenes liberados han recibido el status de víctimas de trata de seres humanos por las autoridades españolas. También se ponen a su disposición recursos de distintas administraciones en materia psicológica, sanitaria y social.

Fuente: ABC

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