La puntería de Francia acaba con el sueño de África

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Francia tiene mucha pegada y una puntería admirable. Tiene tanta pegada que ni siquiera considera necesario jugar al fútbol para ganar los partidos. Es la selección de Deschamps un equipo deprimente, malversador de talentos, que afronta los partidos como un trámite burocrático más o menos enojoso que hay que cumplir para que sus delanteros marquen algún gol. Normalmente los marcan y ganan. El fútbol se ha reducido para los franceses a un mero ejercicio de contabilidad y así despacharon a Marruecos, que dominó el encuentro, creó ocasiones y demostró capacidad para sobreponerse a las dificultades. El sueño de África se esfumó, aunque quizá se haya sembrado una semilla que acabe germinando en otros países, en otros campeonatos. El equipo de Regragui puede abandonar Qatar no solo con el orgullo de haberse plantado en semifinales, sino de haber jugado mejor que Francia. Diga lo que diga el resultado.

LA FICHA DEL PARTIDO

  • Francia Francia: Lloris; Koundé, Varane, Konaté, Theo Hernandez; Tchouameni, Fofana, Griezmann; Dembele (Kolo Muani, m. 78), Giroud (Thuram, m.65), Mbappé
  • Marruecos Bono; Achraf Hakimi, El Yamiq, Dari, Saiss (Amallah, m. 20) (Ez Abde, m.78), Mazraoui (Attiat Allah, m.46); Ziyech, Ounahi, Amrabat, Boufal (Aboukhlal, m. 67); En-Nesyri (Hamdallah, m. 67)
  • Goles 1-0, m.5, Theo Hernandez. 2-0, m.79, Kolo Muani
  • Árbitro César Ramos (México). Amonestó a Boufal.
  • Incidencias Al Bayt, en la ciudad de Al Khor. Partido de semifinales de la Copa del Mundo. Más de 68.000 espectadores.

Varios planes se le torcieron a Marruecos desde el principio. Regragui había alineado a tres centrales altísimos, todos por encima del uno noventa, con la idea de formar una defensa aún más inexpugnable que la que exhibió frente a España y a Portugal. Pero ni siquiera pudo comprobar la eficacia de su sistema. En el minuto 4, cuando los jugadores todavía estaban tomando las medidas al campo, Francia se lanzó al ataque con furibunda determinación. Griezmann avanzó por el costado derecho del área y dejó un pase atrás para Mbappé. Todos los defensores marroquíes, alarmados, acudieron a cerrarle cualquier ángulo de tiro. Lo consiguieron, pero a cambio el balón le llegó rebotado a Theo Hernandez, que, sin oposición alguna, tuvo tiempo de sobra para armar la pierna y disparar con potencia. Bono vio por segunda vez en este Mundial cómo una pelota entraba en su portería. Para colmo de males, al cuarto de hora, Romain Saiss, el veterano central magrebí del Besiktas, pedía el cambio porque su maltrecha pierna izquierda, que cada partido tiene más vendas encima, ya no aguantaba más.

Marruecos se vio de pronto caminando sin mapa por un territorio desconocido y lleno de peligros. Tenía que atacar. Los leones del Atlas aceptaron el envite y Francia les cedió gustosamente el paso. Hacia el minuto treinta se conoció un dato sorprendente, que ningún agorero se hubiera atrevido a pronosticar: la posesión marroquí doblaba a la francesa. El balón era magrebí y los espectadores descubrieron, quizá con algo de sorpresa, que no lo manejaban nada mal. Ounahi, el ya célebre número ocho, repartía juego con solvencia y Ziyech lucía su buen toque, sobre todo a balón parado. Francia se dejaba dominar y confiaba en que sus delanteros, que manejan cargas de dinamita, pudieran encender otra vez la mecha. A punto estuvieron de hacerlo Mbappé y Giroud, pero la defensa marroquí acabó desbaratando sus ocasiones. Marruecos mereció empatar. Hay algo mezquino en el fútbol de esta poderosa selección francesa, que siempre da la sensación de no exprimirse al máximo, como si le diera pereza trenzar las jugadas y le bastara con lucir palmito. Los leones del Atlas, sin embargo, se bajaron del autobús, aunque fuera por obligación, y se lanzaron sin miedo a por la portería de Lloris. La mejor ocasión la tuvo el central del Valladolid, Jawad Al Yamiq, un alambre de 1,93 metros que se atrevió a rematar un córner de chile+na. Hubiera sido uno de los goles del campeonato, pero el balón se estrelló en el palo izquierdo.

Los leones del Atlas no cejaron en su empeño en la segunda parte, con los franceses convertidos durante muchos minutos en un equipo menor, irrelevante, un animalillo presuntamente fiero que se contentaba con mostrar los dientes al contragolpe. Theo Hernández no sabía qué hacer ante el vendaval que le entraba por su banda, con Ounahi, Hakimi y Ziyech enredados en continuas combinaciones. Más de una vez rozaron los marroquíes el gol, aunque la embarullada y poblada defensa francesa lograba en última instancia sacudirse el peligro. Incluso Griezmann terminó achicando agua en su área. A Marruecos le faltó pegada y eso le acabó matando. Dos jugadas explican la diferencia entre Francia y la selección magrebí. En el minuto 70, Hamdallah condujo un balón en el área enemiga entre una nube de defensores galos. Acabó enredándose con la pelota. Seis minutos más tarde, Mbappé se encontró en la misma situación, rodeado por el habitual enjambre de centrales marroquíes. Consiguió sacar un balón que, tras un ligero rechace, cayó en los pies de Kolo Muani, que anotó el segundo gol de Francia.

La selección de Deschamps jugará la final del Mundial contra Argentina. Puede que incluso sea la favorita porque tiene un plantel mayúsculo, repleto de futbolistas de prestigio internacional y enorme eficacia, pero hay algo amargo en su forma de concebir el fútbol. Deberían leer la parábola de los talentos. Hasta el domingo hay tiempo.

Fuente: ABC

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