El lado bueno del fracaso: los cinco beneficios de fallar

De grandes fracasos se han obtenido grandes aprendizajes

0
372

¿Sabías que a J. K. Rowling, escritora de la saga Harry Potter, le rechazaron su manuscrito hasta en 12 editoriales diferentes? Cuesta imaginar que esta serie literaria de éxito podría no haber salido a la luz si no llega a ser por una pequeña editorial que apostó por ella. En el proceso en el que nadie se interesaba por su trabajo, la autora asegura haber aprendido mucho. Y no es la primera persona que señala haberse beneficiado del fracaso…

El fracaso es necesario en nuestro desarrollo como personas y en el aprendizaje. Imaginemos que una niña está intentando aprender a montar en bici. No sabe muy bien cómo es el funcionamiento, cómo tiene que mover sus pies o cómo debe mantener el cuerpo. Tampoco sabe si las habilidades con las que cuenta (concentración, equilibrio, etc.) son suficientes como para superar el reto. Sin embargo, lo intenta y, aunque se caiga una y otra vez, va mejorando hasta que lo consigue. Esa suele ser la secuencia habitual del aprendizaje de cualquier actividad, ya que rara vez nos suelen salir las cosas a la primera.

«Desarrollamos habilidades y aprendizajes después de un número determinado de intentos que nunca sabemos muy bien cuántos son, y si negamos el error o el fracaso no podremos probar cosas nuevas y aprender», afirma Laura Fuster, psicóloga general sanitaria y clínica. En el caso de la niña que aprende a ir en bicicleta, si la primera vez que se cae desiste porque lo interpreta como un fracaso, nunca más lo intentará y no desarrollará esa actividad.

Patricia Fernández, psicóloga general sanitaria y experta en infanto-juvenil, indica que el aprendizaje se basa en un continuo ensayo y error: «Ese error, podemos llamarlo también fracaso. Errar nos hace humanos y fracasar nos ayuda a generar mayor tolerancia ante las adversidades, potencia nuestra capacidad de resiliencia y nos motiva a la acción activando diferentes estrategias o mecanismos a los anteriormente usados».

El lado bueno de fracasar

Comentaba Fuster que admitir que el fracaso forma parte de nuestra vida es necesario para el aprendizaje y nos ayuda en diferentes aspectos:

1. Tolerancia a la frustración. «El hecho de cometer errores hace que cada vez los veamos como algo natural. Podemos vivir el fracaso como una parte de la vida y no con amargura o frustración.

2. Rebajar el perfeccionismo. «Fracasar de vez en cuando nos puede hacer ver que no necesitamos hacer las cosas perfectas y rebajar el grado de nuestra exigencia», dice la psicóloga.

3. Eliminar el miedo al fracaso. Muchas personas no intentar hacer algo por si les sale mal y, de este modo, nunca desarrollan dicha habilidad. «Si cometemos pequeños errores, veremos que un fracaso no es tan grave y que muchas veces se trata de intentarlo y disfrutar del periodo del aprendizaje más que del resultado en sí», comenta.

4. Desarrollar habilidades. Según Fuster, fracasar nos permite intentar una y otra vez conseguir dominar una actividad e incluirla en nuestro aprendizaje y desarrollo como persona.

5. Subir autoestima. Dado que fracasar nos acerca al aprendizaje, también desarrolla nuestras habilidades y el valor que percibimos en nosotros mismos.

«Para que se den los beneficios anteriores sobre el fracaso, las personas debemos cambiar el concepto clásico del mismo y de cometer errores. En nuestra consulta, mediante la terapia cognitiva, trabajamos ciertos pensamientos o creencias sobre el fracaso», asegura Laura Fuster. Algunos de ellos son:

«Seguro que no me sale bien».

«Si lo intento una vez y no me sale es que no es para mí».

«Fracasar es de débiles».

«Si cometo errores es porque soy torpe».

«Si fracaso decepcionaré a los demás».

Estos pensamientos están muy arraigados en nuestra sociedad y nos limitan en nuestro desarrollo personal. Laura Fuster anima a cambiarlos por otras creencias más objetivas y sanas y así poder vivir una vida más plena.

Si mirásemos con retrospectiva en nuestro pasado y nos viésemos más jóvenes, veríamos que en las diferentes áreas de nuestra vida no somos los mismos hoy en día. En el amor, en el trabajo, en las amistades… las decisiones que tomamos, los actos que hicimos, los aciertos y los errores han ido determinando cómo estamos a día de hoy en esas mismas áreas y cómo hemos crecido como personas, podríamos decir que también nos hace madurar y con ello poder poner en orden nuestros valores y prioridades.

«En un proceso continuo de construcción y deconstrucción como es la vida, el fracaso forma parte de la misma. ¿Cómo sabríamos que acertamos si no sentimos que también fracasamos? Lo importante no es fracasar sino qué haces y qué actitud tienes frente a ello», concluye Patricia Fernández.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here