El golf en España, desde la irrupción de Severiano Ballesteros en la élite mundial, es un deporte acostumbrado a dar campeones. Un éxito que ha empujado la escuela y hace que en los campos se vea a practicantes muy jóvenes golpeando bolas. De los cerca de 300.000 federados amateurs que hay en España, solo unos pocos pueden dar el salto a profesionales.
Entre estos nuevos talentos del golf empieza a sacar la cabeza un jovencísimo Alejandro Aguilera, que a sus 22 años acumula títulos importantes con el equipo nacional entre los que destacan dos campeonatos de Europa y un subcampeonato del mundo.
Desde los cuatro años acompañaba a su padre al ‘green’ y se entretenía con un ‘palito’ intentando ‘puttear’ (embocar la bola en el hoyo) en un intento de imitar a su padre. Esas mañanas y tardes en el Club de Campo le atraparon y empezó a competir en categorías inferiores. A los doce años derrotaba por vez primera a su padre en un enfrentamiento paterno-filial. Desde entonces, el progenitor nunca ha vuelto a ganarle y su proyección ha sido imparable.
Cuando preguntas a Aguilera cómo se ve dentro de unas décadas en el panorama mundial del golf, ni titubea: “Mi objetivo es ser uno de los mejores jugadores del mundo de aquí a diez años”. Un sueño que tienen todos los golfistas cuando están a la puerta de dar el salto a profesionales, umbral que él atravesará el próximo año si todo va bien. Mientras tanto, continúa entrenando y compitiendo todos los días, en medio, muchas horas de vuelo y estancias muy largas alejado de casa.
Dicen los que lo conocen que su fortaleza, más allá de la técnica y la fuerza, que trabaja incansable cada día, está en su cabeza. Una mente de hierro que le lleva a superar bajones de juego y le protege de los momentos malos cuando la bola no quiere entrar. Un trabajo que también se entrena y en el caso de Alejandro lo hace con Javier del Carmen, el hermano del mismo psicólogo que amuebla la mente de Jon Rahm.
Para Aguilera el deporte en estos momentos lo es todo, pero no quiere decir que haya desatendido los estudios, porque de forma paralela estudia ‘business analytics’. “Espero terminar la carrera este año. Es la frontera que me he marcado como límite para dar el salto al profesionalismo”, señala.
Competir con grandes figuras del golf cuando dé el paso al profesionalismo no cree que le afecte demasiado. A fin de cuentas este deporte es una lucha contra uno mismo. Así que afirma que se ve compitiendo en el mejor circuito, “ya sea el PGA o el que toque, porque el mundo del golf está cambiando mucho, y con un palmarés que engorde de forma importante los logros del golf nacional”.
Para Alejandro el golf está cambiando mucho en los últimos tiempos “y en las próximas décadas cambiará aún más”. Unos cambios que llegarán por la “aparición de nuevos circuitos, además de una mejora en la calidad técnica, física y mental de los jugadores, que será más alta”.
En el empuje de este deporte tendrá un peso importante el dinero, señala: “Habrá más dinero y aumentará la competencia entre los golfistas. Esto hace que sea más complicado llegar a la élite en un futuro. Partiendo de esa premisa, creo que las nuevas generaciones de jugadores llegamos con una mejor preparación para dar respuesta a esos nuevos retos”.
En todas las disciplinas deportivas el tiempo ha llevado a mejoras en los materiales, algo que no es ajeno al golf, destaca Aguilera. Sin embargo pone especial énfasis en las técnicas de preparación psicológica. “El golf era antes más un juego y desde la llegada de Tiger Woods se convirtió en un deporte. Ahora los golfistas han pasado a ser atletas”, afirma.
De cara al futuro, “la clave para seguir mejorando y que el golf sea más importante que ahora está en mantener el crecimiento de practicantes. Si se mantiene la tendencia no cabe duda de que el golf será uno de los deportes más importantes a nivel mundial con un gran número de seguidores”, sentencia.
Fuente: ABC
